UNA CIUDAD DESTROZADA
En
los 16 años que tengo de vivir en Xalapa, y 20 desde que comencé a frecuentar
la ciudad, jamás la había visto en el lamentable estado que actualmente
presenta.
Prácticamente
no hay arteria de la capital veracruzana que no parezca escenario de un
bombardeo. Verdaderos émulos de cráteres lunares “adornan” las calles de la
ciudad, en cualquier zona de la misma. Transitarla en un vehículo es una
verdadera hazaña, digna de un conductor experto en carreras de obstáculos. O de
un kamikaze.
Por
supuesto que esto no es motivo de burla. Es un peligro real para quienes
cruzamos la ciudad para ir a trabajar o llevar a nuestros hijos a la escuela.
Más de un conocido ha perdido una llanta, la suspensión y hasta el motor de sus
vehículos luego de caer en hoyancos de 50 centímetro s
o más de profundidad, poniendo además en serio riesgo su integridad física.
Es
cierto que las torrenciales lluvias que han caído sobre gran parte del estado
son las causantes del daño al equipamiento urbano no sólo en Xalapa, sino en
muchas otras poblaciones. Pero en la otrora “Atenas veracruzana” la autoridad
está pasmada o indolente. Porque si a algo está habituada esta ciudad es a la
lluvia, es su clima natural. Y nunca había estado en las vergonzosas condiciones
que hoy tiene.
El
ayuntamiento que encabeza Elizabeth Morales ha sido rebasado por todas las
circunstancias, todo el tiempo. Sus buenas intenciones por embellecer y hacer
turísticamente atractiva a la capital de la entidad se han topado con la dura
realidad de sus verdaderas necesidades, que van mucho más allá de murales en
mercados o pasos peatonales, amén de su discutible valor artístico.
Porque
la respuesta que ha dado el gobierno municipal a la contingencia en sus calles
y avenidas es de antología: está rellenando con piedras los agujeros. De
verdad, no sabe uno si reír o llorar.
Si
éste es el máximo nivel de respuesta del ayuntamiento, no nos queremos imaginar
qué hubiera sucedido si Xalapa hubiera sufrido los embates naturales que en
éstas últimas semanas golpearon poblaciones como San Rafael, Misantla o el
mismo puerto de Veracruz. Seguro no quedaba nada. La naturaleza nos tuvo
clemencia.
Mientras
tanto, los habitantes de Xalapa seguimos aguantando estoicamente las desgracias
que la acometen. Desde las interminables marchas y plantones que ahogan su
vialidad hasta el incremento galopante de la inseguridad que aqueja su vida y
su patrimonio.
Menudo
paquete el que le dejan al próximo alcalde capitalino, Américo Zúñiga Martínez.
Tendrá nada menos que remediar el desgarriate que los últimos años ha
convertido a la alguna vez hermosa Xalapa en una ciudad destrozada.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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