HACER ARDER LA UV
Martín Aguilar Sánchez está logrando algo
histórico, insólito en la Universidad Veracruzana: ha logrado unir a toda la
comunidad universitaria… en su contra.
Su ambición desbordada por mantenerse otros
cuatro años al frente de la casa de estudios lo ha hecho perder todo signo de
cordura, pues no solo ha desoído todo llamado que le han hecho para no
violentar la legalidad universitaria. Ya provocó un conflicto al interior de la
UV, que con cada vez mayor estridencia está expresando su rechazo a la, a todas
luces ilegítima pero también ilegal, pretensión de Aguilar de que sus cuates en
la Junta de Gobierno prorroguen cuatro años su rectorado.
Ilegítima, porque pretende negarle a la
comunidad universitaria el derecho de evaluar lo que ha hecho en el periodo
para el que fue designado –de cuatro, no de ocho años- y de esa manera,
“cachetonamente”, quedarse para un segundo periodo de facto, obstruyendo además
las aspiraciones más que legítimas de otros académicos que proponen llevar a la
Universidad por otro rumbo.
Lo anterior también vuelve ilegal la
intentona golpista de Aguilar Sánchez, que pretende borrar casi 30 años de
procesos sucesorios en la Universidad Veracruzana autónoma, acomodándose la
normatividad universitaria a su antojo y conveniencia para evitar rendir
cuentas. Y para eludir un tema clave en esta tragicomedia: que es inelegible.
La Ley Orgánica establece que al momento de
asumir el cargo, el rector de la UV debe tener un máximo de 65 años de edad,
requisito que Aguilar cumplía hace cuatro años. Pero ya no. Y como lo tiene
perfectamente claro, intentó sacar adelante una reforma a la norma para borrar
ese “candado”. Pero por razones que no están claras, eso no prosperó, a pesar
de que la iniciativa ya estaba en el Congreso del Estado. A los pocos días de presentada y de manera vergonzosa, la retiró, dejando la
sensación de que “alguien” le habría pedido hacerlo. Oprobioso, indigno y ridículo.
Con la prórroga, Aguilar Sánchez pretende no
un segundo término, sino una extensión del primero, con lo cual libraría el
“candado” de la edad, pues para ése sí cumplía con el requisito. Una chicanada
legaloide que pretende que avalen los principales órganos de decisión de la UV:
la Junta de Gobierno y el Consejo Universitario General (CUG).
Varias voces dentro de la Universidad
denuncian que se está presionando e incluso intimidando a los integrantes de
estos organismos que se oponen a lo que hay que llamar por su nombre: una
vulgar imposición. Lo cual también violenta la legalidad interna, pues Aguilar
Sánchez pretende que en su sesión de este viernes, el CUG se pronuncie por su
permanencia, lo cual está fuera de sus atribuciones legales, como lo explicaron
los exrectores Sara Ladrón de Guevara y Raúl Arias Lovillo en la entrevista que
le concedieron a La Clave el pasado
miércoles, en la que ambos coincidieron que lo que está en riesgo es la misma
autonomía universitaria.
No hay que olvidar la ya inocultada adscripción
política e ideológica de Martín Aguilar al régimen de la mal llamada “cuarta
transformación”, que precisamente busca desaparecer la autonomía de todos los
organismos e instituciones públicas para someterlos por completo. Ya lo
hicieron con los órganos reguladores y con los garantes de la transparencia,
así como con el Poder Judicial, como atestiguamos este domingo. El siguiente objetivo
son las universidades públicas. Y la UV está en la mira.
A la violación a la legalidad, al
autoritarismo descarado que encierra esta intentona, hay que añadir los
resultados de estos cuatro años de rectorado de Aguilar Sánchez: la nada. La
grisura sin matices. Así como la baja competencia institucional, la pobreza de
logros sustantivos y una gestión caracterizada por la ausencia de visión
estratégica. Nada más por eso, Martín Aguilar debería, si tuviese un gramo de
vergüenza, irse para su casa.
Pero en su lugar, ha decidido incendiar la
UV. Juristas, consejeros alumnos, exintegrantes de la Junta de Gobierno,
miembros de centros de investigación, egresados, investigadores, han
manifestado su rechazo a la pretensión de Martín Aguilar de consumar una
imposición. Y convocaron a una manifestación de protesta para este lunes, para
exigirles al rector y a la Junta de Gobierno que cumplan con la legalidad.
La Junta de Gobierno inició el trámite de la
solicitud de Aguilar y abrió un bizarro mecanismo de supuesta “consulta” a la
comunidad universitaria sobre si está o no de acuerdo con que se prorrogue el
periodo rectoral. Pero, ¿desde cuándo la ley se somete a consulta? Más parece
una simulación –al estilo del asambleísmo aborregado del morenato- para hacer
como que “escuchan” a los universitarios y con eso “lavarse las manos” al
anunciar una decisión que ya tendrían tomada.
A estas alturas y por “mérito” propio, Martín
Aguilar Sánchez ya puede ser considerado como el peor rector de la historia de
la Universidad Veracruzana. Pero pareciera que quiere ser recordado como aquel
que la hizo arder.
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras
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