CIERRAN LA PINZA AUTORITARIA
La escalada de las últimas semanas para
censurar (con todas sus letras) cualquier crítica y señalamiento contra quienes
hoy ostentan el poder en México avanza ante la indiferencia de la mayoría.
En una entrega anterior de la Rúbrica, “Los
déspotas iletrados”, se mencionó el uso faccioso de tribunales y órganos
electorales para acallar a medios y periodistas usando el arma de censura de
moda, el tipo penal de la violencia política de género, así como al Poder Legislativo
para sacar adelante reformas legales que amenacen el ejercicio de la libertad
de expresión, como ha sucedido en Veracruz, Campeche y Puebla.
Esos “déspotas iletrados” comienzan a brotar
por todas partes, animados por la absoluta impunidad con la que pueden abusar
del poder a través de instituciones que hace no tanto tiempo fueron un baluarte
democrático, pero que han sido cooptadas, colonizadas y demolidas por un
régimen cuyo elevado y feroz autoritarismo solo es comparable con el
desparpajado cinismo que le asoma para jurar que “no hay censura” en el país. “Hay
la mayor libertad de expresión de la historia, no se censura a nadie. Ahora
todos traen censura, censura, y nadie los censura, pero hablan de censura”,
dijo, sin asomo de vergüenza, la presidenta con “A” para defender a los
impresentables y autoritarios gobernadores de Puebla y Campeche.
Pero no les basta arremeter e intimidar solo
a los comunicadores profesionales. El régimen de la restauración antidemocrática
ha comenzado a perseguir ciudadanos. Como el activista Miguel Alfonso Meza, presidente
de la organización civil Defensorxs, quien fue denunciado por “violencia
política de género” ¡por otro hombre!, el exdirector de la Consejería Jurídica
de la Presidencia de la República, Luis Castañeda Palacios, quien acaba de ser candidato
a juez laboral en la Ciudad de México y se sintió “violentado” por la
publicación de una investigación en la que se mostró que está acusado por al
menos 36 mujeres por acoso sexual y amenazas.
Pero la denuncia no fue lo más disparatado,
sino que el Instituto Nacional Electoral le dio entrada e inició un proceso
contra el activista, del que después de que éste lo denunció públicamente, se
desistió. O al menos, eso le dijo en un comunicado. Miguel Alfonso Meza y la
organización que encabeza fueron parte de las asociaciones civiles y ciudadanos
que impugnaron la ilegal e ilegítima elección judicial.
Lo que sucedió en Sonora fue más grotesco.
Una usuaria de redes sin cargos ni credenciales públicas fue verdaderamente
arrinconada por el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, que le impuso una sentencia desproporcionada, más bien una suerte
de “escarmiento” público: tomar cursos sobre violencia, pagar una multa y pedir
disculpas públicas durante 30 días seguidos en su perfil de X, además de
inscribirla el registro de personas sancionadas por violencia política durante 18
meses. Humillarla, además de afectarla económicamente.
Su “grave delito” fue mencionar la influencia
de un diputado federal de Morena para hacer candidata a su esposa al Congreso
de ese estado. El legislador aludido no es otro que el infame Sergio Gutiérrez
Luna, presidente de la Cámara de Diputados que cada seis años se “acuerda” que
nació en Veracruz –donde nadie lo conoce- para buscar la gubernatura.
Junto con el abuso de poder y el uso faccioso
de las instituciones para censurar y cercenar la libertad de expresión, comienza
a quedar en evidencia el efecto más pernicioso del asalto del morenato a los
organismos antes autónomos y hoy sometidos, y del golpe de Estado perpetrado
contra el Poder Judicial: la ciudadanía está completamente desvalida,
vulnerable, indefensa ante la ola autocrática que se abalanza sobre México para
imponer un control absoluto, lo cual solo es posible sometiendo a una sociedad
que, por migajas, le entregó gustosa todo el poder a un régimen que profesa un
autoritarismo ramplón, vulgar, pedestre, pero cada vez más represivo y
violento.
Era solo cuestión de tiempo para que también
comenzara a perseguir ciudadanos de a pie. ¿Ya le podemos llamar fascismo, o
todavía no?
Estado
militarizado
A lo anterior, súmele las nuevas y amplísimas
facultades que les entregarán a los militares para espiar ciudadanos de manera
“legal” y para buscar, prácticamente sin mayor restricción, cargos de elección
popular.
Si todavía no hay dictadura, ¡cómo se va
pareciendo a una!
Email: aureliocontreras@gmail.com
X: @yeyocontreras
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