AUNQUE SE SUFRA COMO PERRO
Hace dos semanas, en una reunión me preguntaron si era feliz con lo que hacía. Que si mi trabajo como periodista me daba felicidad o al menos satisfacción personal. No lo dudé un instante. Contesté que sí, que definitivamente sí. Que haberme dedicado al periodismo ha sido una de las mejores decisiones de mi vida. Y que a pesar de todos los pesares, de los bajos salarios, de las jornadas exhaustivas e inacabables, de los patrones explotadores e insensibles que a veces te tocan en el camino, y sobre todo de los riesgos que entraña ser un narrador de la cotidianeidad, si volviera a nacer, sería reportero de nuevo. Mi profesión me ha dado la oportunidad de palpar realidades que de otro modo no tendría idea siquiera de su existencia. Me ha permitido conocer que en un mismo espacio conviven la bondad y la maldad, que junto a la riqueza ostentosa se clava como un trinche ardiente en la conciencia la pobreza más indignante. Y que nuestra función como comunicadores es dar a conocer los hec...