EL PRINCIPIO DEL FIN DEL SINDICATO PETROLERO
En
una decisión por demás sorpresiva, el PRI aceptó que en el dictamen sobre la
reforma energética que al momento de escribir estas líneas se debate en el
Senado, se marginara al sindicato petrolero del Consejo de Administración de
Pemex.
El Artículo 20 transitorio establece que el órgano máximo de decisión de Petróleos Mexicanos estará conformado por diez consejeros, cinco del Gobierno Federal y cinco independientes. El Secretario de Energía será quien lo presida y tendrá voto de calidad.
Ello,
como concesión al PAN para seguir adelante con el proceso legislativo con el
que, en los hechos, se desmantelará por completo la estructura actual de
exploración, explotación y comercialización de los energéticos “propiedad de la
nación”.
Así
como lo fue el magisterio, por años el sector petrolero representó uno de los
bastiones políticos, económicos y electorales más fuertes del priismo. Los
trabajadores eran acarreados en hordas a los mítines de los candidatos
tricolores y aleccionados –o amenazados– para votar invariablemente en favor
del PRI en los comicios de todos los niveles.
Por
supuesto, vía el sindicato, las campañas de los abanderados priistas recibían
grandes cantidades de dinero, que la organización gremial manejó a discreción y
sin rendición de cuentas. Esto, a cambio de brindar total impunidad a los
líderes para medrar con las cuotas sindicales y darse vida de sultanes,
mientras les durase el poder.
Los
más conspicuos representantes de estas formas del quehacer político priista
fueron Joaquín Hernández Galicia “La Quina” y Carlos Romeros Deschamps. Como
líderes nacionales del sindicato petrolero, ambos acumularon poder y riquezas
desmedidas, como pago por sus servicios al régimen que los creó y los cobijó. Y
cuando el primero se rebeló en contra de sus creadores, simplemente lo
aplastaron.
Con
esta nueva disposición, que aún deberá ser ratificada en la Cámara de
Diputados, el sindicato pierde casi todo su poder, pues ya no tendrá voz ni
voto en las decisiones que se tomen en Pemex, que dejará de ser una paraestatal
para convertirse en “empresa productiva del Estado”.
Además,
en la reforma se señala que se establecerán “nuevos mecanismos de
administración y contratación” en la industria energética, así como en el
régimen de remuneraciones de su personal, lo que en términos llanos es acabar
con el contrato colectivo. Y por consiguiente, con el sindicato, que ya no
tendría razón de ser.
Planteado
así, suena muy bien. El Sindicato Petrolero se convirtió en un nido de
corrupción galopante a cambio de favores políticos. Sin embargo, el PRI y el
gobierno de Enrique Peña Nieto lo sacrifican no por una convicción acerca de la
transparencia y la eficiencia. Como sucedió con el SNTE, dejaron de ser
funcionales y antes de que se conviertan en un lastre, se desembarazan de
ellos.
Habrá
que ver cuál es el efecto que estas decisiones tendrán en lo político, cuando
vuelva a haber elecciones. El régimen apuesta por la desmemoria de los
votantes. Y en todo caso, un descalabro electoral sería un mal menor, comparado
con el bien superior que le representará el negocio energético.
El
saqueo está en marcha.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Comentarios
Publicar un comentario