REFORMAS NEO SALINISTAS

Las reformas que impulsa el gobierno de Enrique Peña Nieto son, por decirlo en el argot de la izquierda, totalmente de corte neoliberal. O de derecha, como quizás sería un término más adecuado para llamarlas.
No se diferencian mucho –o casi nada– de las propuestas que en su momento hicieran los presidentes Felipe Calderón en el sector energético, o Vicente Fox en el rubro hacendario. Sólo que a diferencia de lo que hizo con los mandatarios panistas, el PRI ahora sí quiere que se aprueben y empuja desde el Gobierno Federal una fuerte campaña propagandística para “convencer” a los ciudadanos de las “bondades” de las reformas.
¿Qué hizo cambiar de parecer a los priistas, que hasta derogaron de sus estatutos la prohibición a sus legisladores de votar en favor de reformas que implicaran la inversión privada en el sector energético o gravar con el IVA alimentos y medicinas? Pues su retorno al poder y la necesidad de allegarse de recursos, los cuales mezquinamente (porque ahora es claro que no había ninguna razón ideológica ni programática) les negaron a los mandatarios panistas.
Con el arribo de Peña Nieto a Los Pinos, la agenda del gobierno tomó un cariz que podría tildarse de “neosalinista”, pues tiene plena concordancia con la filosofía política y económica que se implantó en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, a quien, dicho sea de paso, se señala como la presunta “eminencia gris” detrás del actual régimen.
Fue en el sexenio de Salinas que se reprivatizó la banca que fue nacionalizada por José López Portillo. Cuando fueron desincorporados del Estado bienes y empresas como Teléfonos de México e Imevisión. Su programa social estandarte, Solidaridad, podría ser visto como la base de la actual Cruzada contra el Hambre. El mayor logro de ese gobierno, por decirlo así, fue la firma del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica con Estados Unidos y Canadá.
Salinas no tuvo tiempo, ni condiciones políticas, para intentar abrir el sector de la energía eléctrica y el petróleo a la inversión de las empresas privadas. Ni para buscar generalizar el cobro del Impuesto al Valor Agregado a todos los bienes de consumo del país. Pero de haber tenido la oportunidad, seguro que lo habría hecho.
Esa oportunidad parece que la vieron propicia ahora. Y por eso es que se lanzaron con todo para alcanzar las reformas legales necesarias para ese fin. La primera, conocida por todos, fue la que afecta al sector magisterial (pero que no tiene nada que ver con la educación). La que quiere abrir el sector de la energía al dinero privado ya fue presentada y en breve iniciará su discusión. Y este domingo se dará a conocer la hacendaria, que puede que sea la más difícil de todas.
No por nada la Coparmex salió a proponer que el gravamen para alimentos y medicinas sea de sólo 5 por ciento, y no del 16 que cubre el IVA en su totalidad. Saben de lo impopular del tema, y si con la inconformidad de los maestros el país está semiparalizado, habría que imaginar lo que sucederá cuando se toque un asunto tan delicado como subir el precio de insumos básicos como los medicamentos o la comida, que de por sí no están al alcance de todos los mexicanos.
¿Por qué querer sacar todas las reformas al mismo tiempo? Porque todo el proyecto de gobierno de esta administración depende de éstas, y saben que si no es ahora, que tienen el aval de las dirigencias de los partidos de “oposición”, después podría ser imposible, pues las circunstancias políticas cambian, y el desgaste será inevitable.
Su gran problema es que no han convencido a la mayoría de la población, y ya ni siquiera a quienes fueron sus “aliados”, los maestros del SNTE. ¿Se atreverá Peña Nieto a imponer sus reformas a contracorriente y al costo que sea?
Estamos a un paso de saberlo.


Twitter: @yeyocontreras 

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