DESBORDADOS
El
último mes ha caído una enorme cantidad de agua en territorio veracruzano,
producto de fenómenos meteorológicos, como hacía tiempo que no sucedía.
Y
también, como hacía mucho que no pasaba, se ha registrado la pérdida de decenas
de vidas humanas, lo que en teoría no debió ocurrir al estar activados los
sistemas de protección civil de la entidad.
Primero
fueron los 11 muertos en Yecuatla y dos en Tuxpan. Semanas después, otras 14
personas perdieron la vida en Coscomatepec. Este lunes 16 de septiembre, 11
veracruzanos más murieron en Altotonga.
En
todos los casos, en todas estas muertes, hubo una causa común: deslaves de
tierra en cerros reblandecidos por los escurrimientos pluviales. Y salvo en el
último caso, que el alud arrolló un autobús de pasajeros en tránsito, se
trataba de situaciones que se pudieron haber prevenido.
Desde
las inundaciones de 1999, en que murieron un número hasta la fecha
indeterminado de personas en la zona norte de Veracruz, no habían vuelto a
registrarse decesos en gran número por causa de fenómenos y contingencias
naturales. Y esto, gracias a que se activó desde aquel entonces un sistema
estatal de protección civil que había sido eficaz, al menos en cuanto a la
prevención.
Es
claro que ya no lo es más, porque los cerros se le desgajan por todos lados al
gobierno estatal y la Secretaría de Protección Civil permanece impávida,
emitiendo alertas tardías, como si no supiera qué hacer. O quizás, de verdad no
lo sabe.
En
una entrega anterior de esta columna, de hace apenas una semana, ya habíamos
señalado que las omisiones que provocan tragedias también son punibles. Pues bien,
la autoridad debe asumir seriamente su responsabilidad en estos hechos que han
enlutado a decenas de familias veracruzanas, prácticamente todas de escasos
recursos.
La
Protección Civil es tema delicadísimo, porque una respuesta rápida, efectiva y
previsora es la diferencia entre la vida y la muerte cuando se presentan
accidentes o contingencias meteorológicas. Va mucho más allá de festinar que van
a llegar recursos millonarios del Fondo Nacional de Desastres Naturales cuando
se emite la declaratoria respectiva.
Pero
como se está haciendo costumbre en Veracruz, las circunstancias, cual ríos
embravecidos, se les han desbordado.
NO A LA VIOLENCIA
Se
tardó, pero finalmente la Universidad Veracruzana, en voz de su rectora Sara
Ladrón de Guevara, emitió un pronunciamiento público acerca del conflicto
magisterial por la reforma laboral del sector educativo, y en particular, sobre
los hechos violentos del pasado fin de semana en Xalapa, en donde varios
universitarios fueron agredidos por la policía estatal.
La
Rectora, en nombre de la institución, rechazó “cualquier manifestación marcada
por la violencia y la intolerancia” y llamó a “reafirmar el papel que las
instituciones
de
educación superior públicas juegan en el país no sólo como animadoras del
debate de más alto nivel sobre los temas que interesan a la agenda pública
local, nacional e internacional sino, también, como la institución mexicana
plural, diversa, crítica, incluyente y profundamente humanista por antonomasia”.
Asimismo,
Sara Ladrón defendió el derecho de los universitarios a manifestarse
públicamente. Derecho que al parecer en el gobierno estatal no les han avisado
que existe.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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