EN RECESIÓN

Aunque al Gobierno Federal no le gusta el término (ni las implicaciones del mismo), la economía en México vive una aguda recesión cuyos efectos cada vez son más difíciles de ocultar.
No hay empleo. No hay dinero circulando. Las inversiones se reducen a las de unos cuantos potentados y transnacionales que cuentan con capital para este fin. La pequeña y mediana empresa está pasando por una severa crisis para mantenerse en pie. Las expectativas de crecimiento económico van en caída libre.
¿Qué ha fallado? Para empezar, las prioridades. Durante su primer año, el gobierno de Enrique Peña Nieto concentró sus esfuerzos en el tema político, en reventar el liderazgo de Elba Esther Gordillo para sacar la “reforma educativa”, y “planchar” a las dirigencias nacionales del PAN y el PRD, pensando que así le sería más fácil que las otras “reformas estructurales” fueran aprobadas en el Congreso de la Unión.
Casi un año después de haber asumido el poder, el gobierno de Enrique Peña Nieto se encuentra con que no es tan sencillo como pensaba someter al magisterio, que repudia sus enmiendas laborales en el sector educativo. Y en lo que respecta a la Hacienda pública, su propuesta de reforma no dejó satisfechos ni al sector empresarial ni a la clase media, sobre los que busca cargar todo el peso de la recaudación fiscal.
Mientras esto ocurría, la economía del país sufría una caída paulatina que finalmente se ha vuelto evidente. Los “gasolinazos” mensuales afectan ya hasta a los expendedores de combustible, que se quejan de que cada vez se llenan menos tanques. Y ni qué decir de los aumentos en los precios de prácticamente todos los productos de consumo, que necesariamente son transportados en vehículos que consumen gasolina o diesel.
En estados como Veracruz, la situación se torna dramática. Muchas empresas están recortando personal ante la imposibilidad de seguir pagando sus sueldos, cuando no cierran definitivamente. Los proveedores del gobierno están a punto de la quiebra ante la falta de pago por servicios prestados ¡desde el sexenio pasado!
Si Xalapa, la capital veracruzana, no fuera el asiento de todos los poderes y no contara con la Universidad Veracruzana, seguramente sería uno más de los pueblos semifantasmas que existen en la entidad, donde viven solamente ancianos y mujeres, pues ante la falta de oportunidades mínimas de desarrollo, todos han migrado.
La economía xalapeña está deprimidísima –así como sus habitantes–, lo que además se ha reflejado en un incremento alarmante de la inseguridad en cualquier zona de la ciudad, sin que haya autoridad que meta orden.
¿Cuánto más podrá aguantar la población? Seguro no mucho. Las protestas apenas empiezan. Pero el escenario es desesperanzador.


Twitter: @yeyocontreras

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Y SI PERDIÓ ROCÍO?

LA UV Y EL “PATIÑO” TEMBLOROSO

DESCOMPOSICIÓN TOTAL