PROTESTAS MAGISTERIALES: EN PUNTO DE QUIEBRE

Mientras en la Ciudad de México la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación ya negoció con la Secretaría de Gobernación y levantó el plantón que mantenía en el monumento a la Revolución, en Veracruz la situación llegó a un punto de tensión con brotes de violencia cada vez más difíciles de contener.
El magisterio veracruzano está bajo amenaza del Gobierno del Estado, que decidió romper el “diálogo” al que él mismo convocó a los profesores en lucha contra la reforma laboral del sector educativo, y lanzó un ultimátum: a los que no regresen a clases, se les descontarán de su salario los días perdidos, y de persistir, serán dados de baja.
Ello a pesar de que en las mesas de negociación celebradas en el Congreso del Estado se había garantizado que no habría sanciones para los maestros en paro. Por lo visto el gobierno estatal perdió la paciencia, o del centro les “recomendaron” que ya encontraran una solución fulminante al conflicto.
Pero la medida tomada, lejos de abonar para llegar a acuerdos, o al menos para amedrentar a los mentores, radicalizó las protestas de un sector de los inconformes, que dieron un paso adelante en sus acciones: bloquearon el recinto portuario de Veracruz, afectando las actividades económicas de una terminal marítima estratégica del país.
Además, volvieron a bloquear carreteras: la Veracruz-Puebla y la Xalapa-Veracruz; tomaron el palacio municipal de Orizaba, y devolvieron la amenaza: si el secretario de Educación, Adolfo Mota, no se retracta de la aplicación de sanciones, cerrarán todos los accesos de la capital del estado. Un completo desastre, pues.
Los gobiernos de Enrique Peña Nieto y Javier Duarte de Ochoa ya demostraron que son capaces de recurrir a la fuerza para disolver las protestas de los docentes (contra quienes lanzaron una campaña de satanización sistemática), y que la paciencia se les agota pronto. Así que flota en el aire la posibilidad de una nueva represión cuyas consecuencias podrían ser de suma gravedad.
Y por otra parte, el movimiento magisterial sufre un desgaste que le ha restado simpatía y apoyo social. Mantener varadas por horas en una carretera a decenas de familias y trabajadores no les ayuda en nada, así como tampoco lo hace que culpen de todos sus males y agredan a los reporteros que acuden a cubrir sus marchas, cuando muchos de ellos hasta llegaron a apoyar su causa, que ahora repudian por obvias razones.
Incluso, varios maestros se han alejado de las protestas, ya que el movimiento cada vez recurre más a lanzar consignas políticas (ya hasta quieren detener las reformas hacendaria y energética) que a defender los motivos originales de la inconformidad magisterial.
Las protestas llegaron a un punto de quiebre. Es un hecho que la Ley del Servicio Profesional Docente no será derogada. Es hora de buscar una alternativa real, porque la polarización está dañando profundamente el tejido social y la convivencia. Que en alguien quepa la cordura.


Twitter: @yeyocontreras

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