EL PRESIDENTE DE LA (IN) CULTURA
Durante
la campaña presidencial de 2012, no faltó quienes salieron a defender al
entonces candidato del PRI, Enrique Peña Nieto, de las sardónicas críticas tras
su affaire en la Feria del Libro de Guadalajara, donde no supo mencionar sus
tres libros de cabecera.
Aquellos
defensores de Peña aducían que ser medianamente culto no era sinónimo de ser un
buen gobernante –que alguna razón les asiste, si nos remitimos a la historia de
México–, por lo que era irrelevante que el candidato puntero en las encuestas
no fuera un lector voraz.
El
problema es que el hoy Presidente no sólo no es consumidor de letras. En los
hechos, mostró su desprecio –quizás una suerte de venganza– contra todo lo que
huela a cultura en general al proponer un recorte de aproximadamente cuatro mil
millones de pesos en el gasto en ese sector para el ejercicio fiscal 2014.
El
presidente Enrique Peña Nieto pretende otorgar a la cultura recursos del orden
de los 12 mil 592.39 millones de pesos, cuando en 2013 contó con 16 mil 533.63
millones, esto es, 23.84 por ciento menos que el año pasado.
El
Instituto Nacional de Bellas Artes, las ciudades patrimonio de la humanidad y
la producción cinematográfica son algunos de los rubros que serían mayormente
afectados de prosperar la intentona peñista de desproveer de fondos al sector
cultural, al parecer por considerarlo no prioritario.
En
una muestra más de su supina ignorancia, el mandatario manifiesta no tener idea
de que si algo le ha dado lustre a México a nivel nacional e internacional a lo
largo del tiempo es, precisamente, su riqueza cultural y la expresión de sus
distintas visiones a través de la literatura, la cinematografía, la música, la
danza, las artes plásticas. Ningunear estas disciplinas es ningunear la propia
idiosincrasia, historia y valores de esta nación.
Y
más allá de lo anterior, la cultura es
un tema esencial para la formación integral de las personas, para afianzar en
los jóvenes su identidad y para canalizar sus energías, inquietudes e ideas por
cauces creativos, no de destrucción. Creer que se trata de un asunto de
importancia menor es una monstruosidad, propia de regímenes vacíos de
contenido, frívolos y autoritarios, pues las manifestaciones culturales son
también una válvula de escape y de difusión de ideas, no siempre –o casi nunca–
apegadas a dogmas oficiales.
Precisamente
por ahí puede entenderse este desprecio. Este gobierno no es proclive a la
libre manifestación de las ideas, y esto podría marcar el camino para
restringirlas poco a poco.
Pero
qué se podía esperar de un Presidente que no puede mencionar los títulos de
tres libros. O que impulsa reformas “educativas” que son laborales y
administrativas. Lo suyo, lo suyo, son los teledramas y los talk shows.
Repudio a la censura
En
un hecho insólito, que nos habla de una regresión abominable en los medios en
México, el periódico Excélsior censuró y adulteró –sin avisarle siquiera– el
contenido de un cartón del caricaturista Fernando de Anda Gorráez, “El Fer”, en
el que originalmente criticaba al PRI, y que en la versión manipulada se
publicó una crítica a la CNTE, lo que provocó la renuncia del monero a este
diario.
Este
tipo de prácticas en los medios, propias del diazordacismo, son deleznables y
merecen el repudio de los lectores de ese diario, el cual pareciera que sigue
en los tiempos en que lo dirigía el golpista Regino Díaz Redondo, bajo la
férula de Luis Echeverría Álvarez.
Expreso
mi total solidaridad con “El Fer” –con quien tuve el gusto de trabajar hace
unos años–, así como el rechazo al retorno de la censura galopante en los
medios de comunicación de este país. No se debe permitir perder lo que se
conquistó a sangre y tinta durante años.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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