REGINA

Esta columna fue escrita originalmente al otro día del asesinato, hasta hoy impune, de la periodista veracruzana Regina Martínez Pérez, el 28 de abril de 2012. Un año después, la exigencia es la misma, una sola: justicia. Vaya como un homenaje a su memoria

La noticia del asesinato de Regina Martínez me impactó como pocas cosas en la vida. Simplemente no lo podía creer. No lo puedo creer aún. No hacía mucho nos habíamos encontrado en algún evento y al saludarnos quedamos de tomarnos pronto un café. Sin saberlo, nos despedimos aquel día.

Conocí a Regina hace unos 15 años, cuando llegué a Xalapa. Era yo entonces un incipiente reportero y ella una combativa periodista, de las que no claudicaba ni bajaba la guardia ante embate o halago del poder. Siempre mantuvo una misma línea para desarrollar su trabajo: la verticalidad, la honestidad, el compromiso.

Era dura. Cuando tenía que hacer un reportaje desnudando la miseria de un político, la corrupción de una autoridad, lo redactaba de manera cruda, directa, sin rodeos y con valentía. Eso le valió la admiración de quienes tuvimos el privilegio de compartir con ella alguna cobertura, un viaje, una entrevista, un instante de vida.

Su estilo de hacer periodismo también le trajo problemas, vetos oficiales, salidas de algún medio de comunicación que se doblegó ante la presión del poder. Nunca pasó por su mente hacer algo más light en cuanto a su trabajo. Con ella no había medias tintas. Vivió modestamente hasta el final de sus días, con el orgullo de quien puede llevar la frente en alto y mirar a los ojos a cualquiera al que hubiera exhibido en sus textos.

Conocí también a la amiga franca, a la mujer risueña con la que podías conversar de manera grata, aunque nunca frívola. Su timidez era proporcional a su calidez como persona. Aunque no nos veíamos muy seguido últimamente, encontrarnos siempre equivalía a darnos un abrazo fuerte, cariñoso.

Nunca en vida pudieron callarla. Así que por eso decidieron cortarle el aliento de manera cobarde, brutal, en la oscuridad, aprovechando su fragilidad física, como sólo pueden hacerlo los malnacidos. Regina fue tan prolífica en su trabajo que son muchos de quienes se pudiera sospechar la autoría de este crimen, muchos a quienes habría que llamar a cuentas.

Hoy lloro su partida y me uno a la exigencia de que se haga justicia pronta, real, sin chivos expiatorios ni salidas fáciles como la de enlodar la memoria de quien ya no puede defenderse. Que la muerte de Regina Martínez no sea en vano, que se ponga un alto a la impunidad que en este sexenio ya lleva cinco periodistas asesinados en Veracruz y quién sabe cuántos ciudadanos de a pie.

No basta con lamentar los hechos. Queremos resultados. Reclamamos garantías para el ejercicio periodístico en Veracruz. Demandamos seguridad para todos quienes aquí vivimos. Ya basta.

Email: aureliocontreras@gmail.com

Twitter: @yeyocontreras

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