LISONJAS QUE MATAN


Mi solidaridad con la periodista Verónica Danell

En México, la cortesanía zalamera es una forma de hacer política. Desde tiempos casi inmemoriales, los gobernantes en nuestro país son alabados cual infalibles seres divinos por quienes con esto buscan sus favores para acceder a cargos públicos, negocios o recompensas de todo tipo.
Aunque todos los partidos y corrientes ideológicas practican la genuflexión ante el poderoso, en el Partido Revolucionario Institucional han elevado la lisonja casi a nivel de arte. La tradición priista del culto a la personalidad hace del gobernante en turno o del prócer histórico de su propia biografía del poder, personajes incuestionables, superhombres cuya visión trasciende momentos históricos y coyunturas políticas. Claro, hasta que dejan de tener el poder.
Sin embargo, a veces la alabanza fácil puede ser contraproducente para quien la recibe. La sociedad ya no acepta tan fácilmente estas representaciones sobre políticos infalibles y omnipotentes.
Esto viene a cuento por la polémica que se ha generado tras el reconocimiento que la Asociación Mexicana de Editores de Periódicos (AME) otorgó al gobernador Javier Duarte de Ochoa como “defensor de la libertad de expresión” por la creación la Comisión Estatal de Atención y Protección de Periodistas.
Y es que el mismo día que se le entregó la “distinción” al mandatario veracruzano, se desató una oleada de críticas –en su mayoría de parte de medios nacionales y hasta internacionales– que se ha prolongado durante una semana. La cereza del pastel la puso el deslinde de la Sociedad Interamericana de Prensa sobre lo que ya se conoce como el “chayopremio”.
Para colmo, en los días siguientes a la entrega del reconocimiento, se suscitaron agresiones contra reporteros en Huatusco, Martínez de la Torre y Xalapa. En el primer caso por parte de un empresario prepotente, pero en los otros dos fueron perpetradas por integrantes de la policía estatal, lo que provocó arreciaran las críticas.
¿De verdad nadie se imaginó lo que iba a suceder? ¿Ninguno de los asesores del gobernador se pudo dar idea de lo inconveniente de entregarle un premio por estos motivos, cuando la mira de la comunidad periodística está puesta en el estado por los crímenes no resueltos contra reporteros?
Uno se pregunta, ¿qué ganaban con exponerse así? ¿De verdad necesitaba el Gobernador un reconocimiento? Porque hay que recordar que la AME no es una organización de periodistas, sino un club de dueños de periódicos, de empresarios que, como al promotor del malhadado premio, Oscar Rodríguez Hernández, lo que les importa es hacer dinero. El periodismo y los periodistas, les valen madre.
Las épocas en las que era imposible cuestionar a un gobernante se fueron para siempre. Las redes sociales y la pluralidad de voces en los medios hacen imposible mantener esas visiones totalmente uniformadas. Y aunque a veces se pague con el empleo o hasta con la vida decir lo que sucede, no pueden callar a todas las voces.
En cambio, hay lisonjas que matan.

Twitter: @yeyocontreras

Comentarios

Entradas populares de este blog

¿Y SI PERDIÓ ROCÍO?

LA UV Y EL “PATIÑO” TEMBLOROSO

DESCOMPOSICIÓN TOTAL