POLITIZAR LA DESGRACIA Y APLASTAR LA CRÍTICA
Este fin de semana fuimos testigos de la absoluta
desmesura con que se abordó desde prácticamente todos los frentes el caso de la
periodista y funcionaria del Ayuntamiento de Boca del Río María Josefina Gamboa
Torales, quien la madrugada del sábado atropelló y dio muerte a un tatuador de
nombre José Luis Burela, en el puerto de Veracruz.
Lo que debió haber sido una noticia más de la sección
policiaca, al tratarse de un accidente como varios que suceden en cualquier
ciudad, se convirtió ya en un escándalo político-mediático que hasta portadas
completas ha merecido en diarios y portales informativos veracruzanos, y que
prendió fuego a las disputas y diatribas entre los actores políticos que se
disputan el poder en el estado.
Apenas se tuvo noticia del percance, desde los medios
afines al gobierno de Javier Duarte de Ochoa se emprendió una campaña de
linchamiento en contra de Gamboa Torales, quien fue tratada con una saña
inaudita, una que no se ve ni con el peor criminal.
¿La causa? Que en su columna “Al aire” publicada en el diario
Notiver, Gamboa se ha distinguido por ser una ácida crítica de la
administración de Javier Duarte, quien a su vez, encontró en este trágico percance
la oportunidad perfecta para ejercer una dura venganza contra la comunicadora,
a la que se le echó encima todo el aparato del Estado.
A diferencia de otros casos, María Josefina Gamboa no
está sola ni indefensa ante el embate gubernamental. Ella es funcionaria
pública, directora del Instituto Municipal de la Mujer del Ayuntamiento panista
de Boca del Río y, por ende, cuenta con el apoyo y cobijo de su jefe el alcalde
Miguel Ángel Yunes Márquez y del padre de éste, Miguel Ángel Yunes Linares, quien
también encontró en esta desgracia que enlutó a una familia, la oportunidad
perfecta para atacar y lanzar diatribas contra el gobernador Duarte, en un
nuevo episodio del enfrentamiento político que sostienen.
En descargo de Gamboa Torales, hay que señalar que no
huyó del lugar de los hechos tras el atropellamiento y afrontó su
responsabilidad. La clave de este asunto es si iba o no alcoholizada al momento
de arrollar a José Luis Burela, quien dicho sea de paso no utilizó el puente
peatonal colocado exactamente en la vía donde murió tras ser impactado. Ella
niega haber consumido alcohol y se apoya para ello en la versión de la
Dirección de Tránsito Municipal de Boca del Río. El gobierno estatal asegura
que sí y con esa base le negó el derecho a una fianza para enfrentar el proceso
en libertad, al tiempo que anunció que estudia proceder legalmente contra las
autoridades municipales que pretendieron “encubrir” a la también ex candidata
del PAN a la diputación local por Veracruz.
El tema ha provocado una polarización sorprendente en el
mismo gremio periodístico. Desde quienes se unieron, por antipatía o por
consigna, al linchamiento de Gamboa y casi piden su crucifixión, hasta los que
acusan al gobierno de Javier Duarte de fabricar las pruebas en contra de la
columnista y hasta de haberle “lanzado” a su coche, desde el puente peatonal,
al hoy occiso. La desmesura llevada a un grado esquizofrénico.
No conozco personalmente a María Josefina Gamboa. No hay
simpatía ni antipatía de mi parte hacia ella, pues nunca la he tratado. La
escuchaba cuando conducía un programa de radio y leo ocasionalmente sus
columnas, que me parecen llenas de una visceral estridencia por su pleito con
Javier Duarte de Ochoa. Además, repruebo su doble papel de
periodista-funcionaria, que me parece es inaceptable desde cualquier código
deontológico periodístico. No se puede ser juez y parte.
Sin embargo, tampoco me parece que debamos festinar que
desde el poder se haya lanzado a una jauría a despedazarla por ejercer la
crítica, fundada o no, contra el gobierno estatal. Sienta
un precedente alarmante, porque el mensaje es que ése será el mismo tratamiento
que se dará a todos quienes ejercemos la crítica periodística si nos vemos
involucrados en un accidente o cometemos un error. Aplastarnos, golpearnos
hasta morir, literal y figuradamente.
Por lo demás, si Marijose Gamboa –como es popularmente
conocida- cometió un delito, debe pagar por ello, sin trampas, sin
influyentismo y sin impunidad. Pero también tiene derecho a un proceso judicial
justo, apegado a derecho y en el que se respeten sus garantías. Y
particularmente, a que se proteja su integridad física si es ingresada a
prisión, donde otros comunicadores que también osaron criticar a la
administración estatal en un pasado no muy lejano, fueron sometidos a un
infierno que casi les cuesta la vida.
Y en vez de aprovechar para descargar sus rencores o para
sacar raja política, sus detractores y sus defensores, los gobiernos estatal y
municipal de Boca del Río, deberían ocuparse en atender a la familia de José
Luis Burela. Pero no con demagogia ni usándolos para hacer escarnio de Gamboa
Torales, sino para apoyarlos de forma efectiva en este momento en que,
realmente, viven una tragedia.
Ni más, ni menos.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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