EL GOBERNADOR, LA "LÍNEA", LOS MEDIOS Y LA DESGRACIA
Imagine el acucioso lector y la inteligente lectora esta
escena. Desde una oscura oficina de la sede del Poder Ejecutivo estatal se
realizan múltiples llamadas a los teléfonos celulares y a las oficinas de los
directores de los principales medios de comunicación electrónicos e impresos,
así como a los que, por diversas razones, se considera son los periodistas
“líderes de opinión” de la entidad.
El motivo de la comunicación es convidarlos a una reunión
urgente con el Gobernador, en la que intercambiarán opiniones sobre asuntos de
suma importancia para el estado, cuya estabilidad está en riesgo por causa de
“malintencionados” intereses políticos que quieren “dañar” la imagen del
gobierno estatal.
La “crema y nata” de los medios del estado se apresura
para llegar al lugar del encuentro, donde la persona encargada del área de Comunicación
Social los recibe para darles la “recomendación” de cerrar filas en torno de su
“amigo” el Gobernador, quien sabrá corresponder su “amable” gesto. En ese
momento, sus equipos de comunicación móvil les son retirados como requisito
para entrar al recinto donde será la charla, al final de la cual les serán
devueltos.
Luego de saludar “afectuosamente” y en fila al
mandatario, éste les suelta sin más lo que fue a decirles. Hay una campaña
nacional de desprestigio contra su administración por hechos sangrientos en los
que no tienen responsabilidad alguna ni su gobierno ni las fuerzas de seguridad
estatales, que únicamente hacen cumplir la ley y “protegen” el estado de
Derecho.
El compungido Gobernador pide entonces a sus “aliados” en
los medios que lo ayuden a contrarrestar esa “malsana” campaña que busca
“descarrilar” a su gobierno, que tan “buenos” resultados ha dado a la
ciudadanía.
¿Cómo lo ayudamos?, le preguntarían los “sensibilizados
líderes de opinión” al mandatario. “Fácil”, les respondería éste. Publicando en
sus medios que quienes resultaron afectados o muertos en los acontecimientos
que se volvieron un escándalo nacional, son los responsables de su desgracia,
por revoltosos y por andar en “malos pasos”. La culpa es de ellos mismos, no
del gobierno.
El compromiso queda sellado –que no facturado, por
favor–. Los “valientes” periodistas salen al “rescate” de su estado publicando
en sus medios lo que les dictaron en la reunión. El honor del Gobernador y de
su entidad se han salvado. La sociedad se los agradecerá por siempre.
¿Les resulta familiar lo aquí narrado a los lectores?
Según lo que publicó un diario, esto ocurrió en realidad –probablemente sin tanta
ironía de por medio– en una entidad de la República que recientemente vive una
convulsión social a causa del autoritarismo de quien la gobierna, que mangonea
a su antojo al Congreso del Estado para aprobar leyes contrarias al interés
colectivo y que sin dudarlo un momento le “tira línea” a los medios y a los
periodistas que tiene en nómina para que, al chasquido de sus dedos, se “batan”
–en el sentido más amplio y escatológico del término– en su defensa.
El periódico donde se publicó una versión menos teatralizada
de esta ignominiosa escena es el diario Cambio, que se edita en la ciudad de
Puebla, capital del estado que es gobernado por Rafael Moreno Valle Rosas,
quien está en el ojo del huracán luego de que el adolescente José Luis
Tehuatlie Tamayo muriera a causa del traumatismo craneal que le provocó el
impacto de una bala de goma disparada por la policía estatal durante el
desalojo de una manifestación de pobladores de una comunidad de ese estado, lo
que le valió al mandatario la condena internacional y una solicitud
generalizada de juicio político.
¿O de qué estado de la República Mexicana pensaba usted
que estábamos hablando?
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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