TRAMPAS TOLERADAS


El rebase de los topes de gasto de campañas es una práctica común de los partidos y candidatos con más recursos, principalmente PRI, PAN y PRD. Cada que hay comicios, todos derrochan carretadas de dinero en propaganda y apoyos en especie o económicos, con tal de ganarse “el favor” de los ciudadanos.
Casi por inercia –y porque la ley lo exige– las autoridades electorales fijan los dichosos topes de gasto de campaña bajo amenaza de sanciones que van de las multas económicas hasta la pérdida del registro de los partidos infractores.
Y a pesar de que en muchas ocasiones el dispendio es hasta escandaloso, la autoridad nunca lo ve. A lo mucho, llega a fijar multas a los partidos, que las pagan con el dinero que reciben de nuestros impuestos. Y si el multado ganó con eso la elección en la que participó, pues lo considera sin duda como una buena inversión.
Los topes de gastos se fijaron para buscar equidad entre los contendientes en un proceso electoral, y evitar que fuera el dinero el factor que definiera a las autoridades políticas del país.
Pero la simulación, otra de las prácticas favoritas en nuestro sistema político-electoral, permite que esta situación anómala prevalezca. Como todos incurren en esas faltas, todos buscan taparse con la misma cobija que les garantice impunidad.
Es el caso del último affaire del IFE, que exoneró al PRI de las acusaciones de financiamiento ilegal y gasto excesivo en el pasado proceso electoral federal por más de 70 millones de pesos, a través de la entrega de nueve mil 924 monederos electrónicos de Grupo Financiero Monex.
Amén del papelón de consejeros como Sergio García Ramírez –quien primero se excusó de participar en la discusión del caso por conflicto de intereses, y al final con su voto libró al PRI de una buena multa–, lo que el IFE hizo fue avalar las trampas como estrategia y procedimiento para buscar cargos de elección popular en México.
Mientras no se apliquen castigos ejemplares a quienes violen la normatividad, los partidos y sus candidatos seguirán incurriendo en prácticas como ésta para darle la vuelta a la ley. Mientras un candidato a Presidente de la República, Gobernador, Alcalde o Diputado no corra riesgo de que se anule su candidatura o se revoque su mandato si se le demuestra una ilegalidad durante la campaña que le permitió acceder al cargo, nuestra democracia seguirá siendo una caricatura.
Y en Veracruz están por comenzar las campañas para renovar alcaldías y Congreso del Estado. ¿Cuántas de éstas y otras “mapachadas” veremos en los meses por venir?

Twitter: @yeyocontreras

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