ALIARSE O NO ALIARSE
Conforme
pasan los días y se acerca el vencimiento de plazos para las definiciones
electorales, ha cobrado fuerza el tema de la posible alianza entre el PAN y el
PRD para los comicios de este año, misma que se cocina desde hace unos meses.
Desde
que se mencionó la sola posibilidad, las resistencias a la concreción de dicha
alianza se hicieron sentir en diversos frentes. El más virulento fue en el PRD,
que vivió una asonada interna –supuestamente alentada desde fuera– para
desestabilizar la dirigencia de Juan Vergel Pacheco y dinamitar la coalición que éste negociaba con los panistas.
Aunque
los tribunales finalmente ratificaron a Vergel en la presidencia estatal del
PRD, su liderazgo quedó debilitado. Esto lo notaron en el PAN, que comenzó a
considerar la opción de ir por su cuenta.
En
ésas siguen. Tanto en el perredismo como en el panismo hay fuertes resistencias
a aliarse unos con otros. Más que motivos ideológicos o programáticos, la clave
está en qué partido encabece las candidaturas. Y salvo en los municipios más
pequeños, donde cada uno ya sabe cuáles son sus bastiones, el botín mayor está
en los ayuntamientos fuertes. Y ahí es donde será difícil que cedan.
Por
ejemplo, en Xalapa hay al menos tres tiradores del PAN a la alcaldía: Abel
Cuevas, Eugenio Pérez Cruz y Antonio Luna, mismos que han manifestado
expresamente sus intenciones. La pregunta es ¿cómo podría Acción Nacional
disputarle ese derecho al PRD, que en la pasada elección federal arrasó en
Xalapa con Uriel Flores Aguayo como candidato?
Y
así por el estilo están en otros municipios. La ambición puede echar por tierra
una alianza que quizá sea la única manera en que los partidos de oposición le
hagan sombra al PRI, que ahora que retornó al poder presidencial también está
retomando sus viejos hábitos y rituales, y en Veracruz tiene un objetivo: la
mayoría en el Congreso local y el control de los principales ayuntamientos.
No
por nada la foto que tomaron y mandaron publicar de Juan Vergel, Rogelio Franco
y otros perredistas junto al gobernador Javier Duarte, el senador José Yunes
Zorrilla y el dirigente del PRI Erick Lagos, este fin de semana en Perote. La
intención de separar el amarillo del azul es manifiesta. Lo interesante será
ver si lo lograrán.
Muerte política
El
desaire que el presidente Enrique Peña Nieto le hizo a la alcaldesa de Veracruz
Carolina Gudiño, al dejarla con la mano extendida cuando ésta intentó saludarlo
el domingo pasado, durante la conmemoración de la promulgación de la Ley
Agraria, tiene un significado más allá de la descortesía. Fue una sentencia de
muerte política.
Sólo
falta saber si ésta alcanzará a todo el fidelismo.
Twitter: @yeyocontreras
Comentarios
Publicar un comentario