AUTODEFENSA


Es de llamar la atención el escozor que causa en los diferentes niveles de gobierno que se hable de la existencia de grupos de autodefensa, cuando la sociedad siempre ha tenido que organizarse para protegerse cuando la autoridad es omisa, cómplice o inepta para garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Dichos grupos de autodefensa, como se ha dado en llamarlos últimamente, se remontan a cosas tan simples como la organización de vecinos en las colonias para cuidarse de robos y asaltos a través de redes de comunicación entre ellos, ya sea para dar aviso a la policía de que algo sucede, como para detener entre todos a algún delincuente.
Así que esto no es nada nuevo, ni tendrían las autoridades por qué descomponerse tanto cuando se habla de que existen grupos de ciudadanos que patrullan las calles de ciudades, grandes o pequeñas, donde hay altos índices de inseguridad común, ante la falta de resultados de parte de las corporaciones encargadas de la materia.
Porque hay que decirlo claramente: los grupos de autodefensa que han hecho su aparición de manera muy estridente en entidades como Guerrero –y que en Veracruz se niegan vehemente y hasta furiosamente– enfrentan principalmente a ladrones, a delincuentes del fuero común, no al crimen organizado, no al narcotráfico. No podrían hacerlo, no tienen manera. Si a duras penas el ejército y la marina compiten en armamento con los narcos, qué podrían hacer ciudadanos comunes y corrientes. Además, los traficantes de droga rara vez se meten con la población civil.
Lo que salta a la vista es que se ha recrudecido la inseguridad ordinaria, la que afecta la vida y el patrimonio de las personas. Y aunque duela aceptarlo, Veracruz no escapa a este fenómeno. Y pasa en Tlalixcoyan y pasa en Xalapa. Y para muestra, basta darse una vuelta por la avenida Orizaba de esta ciudad capital, donde los asaltos a transeúntes están a la orden del día desde hace años y a los ojos de todo mundo. ¿Y la policía? Bien, gracias.
En lugar de amedrentar y tratar de ridiculizar a los reporteros y fotógrafos que cumplen con su trabajo, el gobierno debería preocuparse por garantizar la seguridad de los habitantes del estado. Si la gente está haciendo justicia por propia mano es porque no está siendo atendida en algo tan sensible como la protección de su integridad física y material. Y negar la realidad, no la cambia.

LA PREGUNTA

Y mientras el secretario de Seguridad Pública Arturo Bermúdez amenazaba con la cárcel al fotógrafo Félix Márquez, ¿dónde estaba la Comisión de “Atención y Protección” a Periodistas?

Twitter: @yeyocontreras

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