CÉSAR DEL ÁNGEL: TRATA E IMPUNIDAD

Tímidamente, pero el Instituto Veracruzano de las Mujeres, en voz de su titular Edda Arrez, y antes y más contundentemente su similar municipal en Xalapa, Yadira Hidalgo, condenaron la flagrante violación a los derechos de las integrantes femeninas del llamado Movimiento de los 400 Pueblos, que entre sus medidas de presión política para la obtención de canonjías, acostumbra hacer que bailen semi o totalmente desnudas en la vía pública.

Eso fue lo que sucedió la semana pasada en la capital de Veracruz. Un contingente de la “asamblea de mujeres” de los 400 Pueblos se desnudó el torso y se puso a bailar a un costado del parque Benito Juárez, que está ubicado exactamente junto al palacio de gobierno, donde despachan el gobernador Javier Duarte de Ochoa, el secretario de Gobierno Erick Lagos Hernández y el secretario de Seguridad Pública Arturo Bermúdez Zurita.

El motivo de la singular “protesta” fue lanzar una puya en contra del delegado de la Comisión Nacional del Agua en Veracruz, Iván Hillman Chapoy, a quien acusaron de “autoritarismo”, sin aclarar exactamente cuál es la base de tal señalamiento. Seguro, alguna “reivindicación social”.

Como ya hemos dado cuenta en este espacio con anterioridad, el Movimiento de los 400 Pueblos es un grupo de choque mercenario comandado por César del Ángel Fuentes, un hombre que bajo el disfraz de “líder social” se ha dedicado a vivir del chantaje –y del presupuesto público– hacia la población veracruzana y el gobierno desde hace más de 20 años.

La táctica de presión que ha hecho famosos a los 400 Pueblos es desnudarse en la vía pública y ponerse a bailar, tanto los jóvenes como los ancianos, escenificando un espectáculo que además de grotesco y denigrante, es ilegal. Eso, mientras su dirigente César del Ángel come y bebe en restaurantes de lujo, y negocia con las autoridades dinero, tierras y lo que se le ocurra para aumentar su fortuna y privilegios.

En el “show” de los encuerados, hay distinciones de género muy evidentes. Mientras los varones nunca muestran sus genitales –afortunadamente–, los cuales se cubren con calzoncillos o al menos con hojas de papel con imágenes de los rostros de los ex gobernadores Dante Delgado y Patricio Chirinos, o la del ex secretario de Gobierno Miguel Ángel Yunes Linares, a las mujeres las han hecho desnudarse por completo en muchas ocasiones. En esta última vez, como ya apuntamos, sólo se desnudaron el torso.

Esto supone, de entrada, violaciones a los bandos de Policía y Buen Gobierno de cualquier ciudad, que prohíben la desnudez en la vía pública. Pero yendo más allá, bien podría tipificarse el delito de trata de personas, ya que aprovechándose de la precariedad económica de estas personas, César del Ángel las somete a actos de denigración y abuso de sus cuerpos a cambio de dinero. Incluso, podría también ser aplicable el delito de estupro, pues entre las mujeres que se desnudaron en Xalapa la semana pasada, fue identificada una menor de edad. Una suerte de red de prostitución en la que el vetusto líder jugaría el rol del “chichifo” mayor.

¿Por qué César del Ángel hace lo que quiere y secuestra Xalapa, principalmente, sin que haya consecuencia alguna? Sencillo. Porque en 2010 se alió con el entonces candidato del PRI a la gubernatura, Javier Duarte de Ochoa, para perseguir por todo Veracruz a su oponente panista, Miguel Ángel Yunes Linares, el mismo que como secretario de Gobierno mantuvo a Del Ángel en prisión durante todo el sexenio de Patricio Chirinos.

Por ese motivo, César del Ángel se da el lujo hasta de amagar al gobierno estatal con realizar protestas desnudistas durante los Juegos Centroamericanos y del Caribe que se inauguran en el puerto de Veracruz el próximo 14 de noviembre. Total, para eso son “aliados”.

Envalentonado, el dirigente de los 400 Pueblos retó a las autoridades estatales a que se atrevan a meterlo a la cárcel por los recientes señalamientos de abuso y denigración de las mujeres de su agrupación, al fin y al cabo ya ha estado preso antes.

No estaría mal que, por esta ocasión, le tomaran la palabra.

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