ACOSO GUBERNAMENTAL: ¿HACIA UN ESTADO DE EXCEPCIÓN?
Desde
el retorno del PRI al poder presidencial, se comenzó a experimentar en México
un paulatino retroceso en las libertades democráticas conquistadas a finales del
siglo pasado.
La
restauración del régimen trajo consigo el regreso de muchas viejas formas de
hacer política y ejercer el poder, casi en estado puro, intactas, mientras que
otras se han adecuado a los tiempos modernos.
El
acoso gubernamental es una de estas prácticas, que el régimen ha comenzado a
usar para diversos fines. Un ejemplo de ello es la publicación de los nombres
de presuntos deudores de impuestos, que causó revuelo y molestia a inicios de
este año, ya que muchas personas fueron expuestas erróneamente como morosas.
Ahora
se ha dado otro paso con la sentencia de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación que permite a las procuradurías ordenar la geolocalización de teléfonos
celulares, sin que necesite la autorización previa de un juez.
Según
esto, se busca facilitar la ubicación en tiempo real de narcotraficantes,
secuestradores y extorsionadores. El único requisito que se le pide a los
ministerios públicos es que expongan una razón que “mínimamente razone” la
petición, como que se notifique a los concesionarios de la telefonía móvil la averiguación
previa que fundamenta la petición. Con eso, estableció la Corte, se evitarían
los abusos de parte de las autoridades que participen en la investigación de
delitos contra la salud, privación ilegal de la libertad y delincuencia
organizada.
Aunque
pudiera parecer una medida pertinente, considerando la dimensión y gravedad que estos delitos han alcanzado en
México, no es tal, no en un país como el nuestro. ¿Por qué? Porque se le
otorgan facultades extraordinarias a los ministerios públicos sin que se haya
erradicado primero la corrupción en los mismos, que además, a menudo son
utilizados con motivaciones políticas extralegales.
La
geolocalización instantánea de aparatos de telefonía móvil sin que al menos un
juez sancione previamente su conveniencia, es otorgar una patente de corso para
que las procuradurías cometan abusos contra la población, que de por sí los
padece, o bien hostigue a los enemigos políticos del gobierno al que sirvan. Como
lo señaló el ministro Sergio Valls, quien votó en contra de la resolución, el
“candado” que se le puso a esta medida es apenas un “acto de buena fe”, que en
el caso de procesos judiciales es lo mismo que jugar a la ruleta rusa.
No
es conculcando libertades ni exponiendo a los ciudadanos al descrédito como se
va a restablecer la seguridad y la paz en el país, ni la manera de aumentar la
recaudación fiscal. A menos que lo que quiera el gobierno de Enrique Peña Nieto
sea declarar un estado de excepción para resolver todos los problemas.
Pero
eso, más bien sería terrorismo de Estado.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Comentarios
Publicar un comentario