LA HONESTIDAD DEL PAN, DE MEMBRETE
Mueve a ternura escuchar al
senador Ernesto Cordero cuando afirma que tras la elección de la próxima
dirigencia nacional de Acción Nacional, este partido “volverá a ser ejemplo de
honestidad”.
Durante sus años de “brega
de eternidad”, desde su fundación y hasta principios de los años 80, cuando la
clase empresarial y la ultraderecha se apoderaron del partido, el PAN se
distinguió por ser un instituto político que defendía valores democráticos basado
en doctrinas éticas y morales, que criticaba el uso patrimonialista de los
recursos públicos y funcionaba como una especie de “voz de la conciencia” de un
régimen autoritario y sin contrapeso alguno.
Hacia el comienzo de la
referida década de los 80 de la pasada centuria, el panismo fue colonizado por
los más fuertes grupos empresariales del país que, hartos de las recurrentes
crisis económicas propiciadas por los dos últimos gobiernos de la República, el de
Echeverría y el de López Portillo, mismos que además los trataban como
enemigos, decidieron incursionar en la política electoral, encabezados por
quienes fueron conocidos como los “Bárbaros del Norte”, representantes de los
intereses de los grupos económicos de esa región de México. Su más preclaro
líder fue Manuel J. Clouthier.
A partir de ese momento, la
doctrina de los fundadores del PAN como Manuel Gómez Morín quedó relegada al
papel de un bonito, pero inútil, objeto decorativo. El pragmatismo, propio del
sector empresarial, se instituyó como filosofía y praxis política de Acción
Nacional. Lo que importaba era ganar elecciones e incidir en la política
económica del país. Y su primer gran triunfo fue en Baja California, cuya
gubernatura fue insignia y antesala de su arribo al poder presidencial en los
comicios de 2000, con Vicente Fox abanderándolos.
Una vez instalados en Los
Pinos, los panistas se engolosinaron con las mieles de poder. Abusando de su
posición, utilizaron información privilegiada para emprender negocios
particulares, malversaron los recursos públicos, se enriquecieron
desmesuradamente, usaron los bienes de la administración pública de manera
patrimonialista, pidieron “mochadas” para asignar obras o agilizar trámites y
gestiones. Hicieron todo lo que antes le criticaron a los regímenes priistas,
incluyendo la intromisión del presidente en las decisiones internas del
partido, en tiempos de Felipe Calderón.
Ahora, en la pugna entre
calderonistas, foxistas, yunquistas por la dirigencia nacional del PAN,
recurren a algunas de las peores prácticas de la política, como la grabación
ilícita de conversaciones privadas, el denuesto y las amenazas entre ellos.
Y lo mismo sucede en
Veracruz, donde también habrá relevo en la presidencia del Comité Directivo
Estatal. La disputa entre los grupos de Julen Rementería del Puerto y Miguel
Ángel Yunes Linares, que está vigente desde la campaña de 2012, se reedita en
2014 sin que haya mayor objetivo que el de posicionar a alguno de los dos para
la candidatura a la gubernatura en 2016, al precio que sea.
Y luego se preguntan por qué
la gente volvió a votar por el PRI.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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