LA GUERRA DE AMLO Y SU ALIADO EL PRI
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Fotografía: Gobierno del Estado de Veracruz |
De
nada valieron los llamados a entrar en razón por parte de asociaciones de la
sociedad civil, académicos y organismos internacionales. El régimen lopezobradorista
dio un paso adelante en la militarización de la seguridad pública del país al
aprobarse este miércoles en la Cámara de Diputados la reforma constitucional
que dará paso a la creación de la Guardia Nacional.
Los
cambios que se le hicieron al dictamen original fueron una gigantesca tomadura
de pelo, así como los foros en los que supuestamente se escucharía a la
sociedad civil. La Guardia Nacional será un cuerpo de seguridad militarizado,
por más que los panegiristas de la “cuarta transformación” lo quieran disfrazar
de un órgano de carácter civil.
Porque
lo único que será civil en la Guardia Nacional será su adscripción
administrativa a la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana.
Para efectos operativos, su mando será militar, a través de una “junta de jefes
de Estado Mayor” integrada por representantes de las secretarías de la Defensa
Nacional y la Marina Armada de México.
El dictamen
aprobado por mayoría en la Cámara de Diputados establece que el nuevo cuerpo de
seguridad estará sujeto a una disciplina homologada a la militar. Y en consonancia,
tendrá un régimen homologado al de las Fuerzas Armadas en materia de disciplina,
estructura jerárquica, servicios, ascensos, prestaciones e ingreso, que estará
a cargo de la Sedena.
De igual
manera, se aprobó que los integrantes de la Guardia Nacional estén sujetos al
fuero militar, tal como lo establece la reforma al artículo 13 constitucional
en el apartado que señala que “las faltas y delitos contra la disciplina
militar serán conocidas por las autoridades y tribunales militares que
correspondan”.
Pero por si no
se ha terminado de convencer acerca del carácter castrense de la Guardia
Nacional, los artículos transitorios no dejan lugar a la especulación. En el numeral
Segundo, se dispone que “la Guardia Nacional se constituirá a la entrada en
vigor del presente decreto con los elementos de la Policía Federal, la Policía
Militar y la Policía Naval que determine en acuerdos de carácter general el
Presidente de la República”. Y agrega: “el Ejecutivo Federal dispondrá lo
necesario para la incorporación de los elementos de las policías Militar y
Naval a la Guardia Nacional y designará a los integrantes de los órganos de
dirección superior de dicha corporación”.
El transitorio
Tercero establece que “los elementos de las policías Militar y Naval, así como
otros de la Fuerza Armada permanente, que sean asignados a la Guardia Nacional
conservarán su rango y prestaciones”. Y el Cuarto es todavía peor: “el Sistema
Nacional de Seguridad Pública implementará un esquema de fortalecimiento del
estado de fuerza y las capacidades institucionales de los cuerpos policiales,
bajo objetivos cuyos resultados sean verificables”.
Resulta claro
cuál es la premisa del gobierno de Andrés Manuel López Obrador para enfrentar
la violencia y la inseguridad en el país: continuar con el uso de la fuerza, el
fuego combatiendo al fuego. En los hechos, nada diferente a lo que hicieron los
gobiernos de Felipe Calderón Hinojosa y Enrique Peña Nieto, lo cual le costó a
México un cuarto de millón de muertos en doce años y un incremento exponencial
de la criminalidad más sanguinaria.
Aunque sí hay
una diferencia entre López Obrador y sus antecesores, y es en una cuestión fundamental
que tendrá consecuencias para el futuro inmediato del país: el actual
presidente dotó a las fuerzas militares de este inmenso poder en el texto
constitucional. Y lo más irónico es que para lograr la mayoría que necesitaba
en la Cámara de Diputados, su partido, Morena, terminó aliado con el PRI.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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