GASOLINA AL FUEGO
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Fotografía: AFP |
Concedámosle al gobierno de Andrés Manuel
López Obrador que el desabasto de combustible en varias entidades del país -que
está por cumplir una semana- se debe a su “estrategia” de combate al “huachicoleo”.
Sin duda, impedir la comisión de actividades
ilícitas es una responsabilidad ineludible de todas las autoridades. Nadie podría
oponerse a que se proceda en contra de quienes infringen la ley. Y menos en un
tema como el del robo de combustibles, que ha representado pérdidas
multimillonarias para el patrimonio de la nación desde hace varias décadas.
Porque hay que señalar que esto no es algo
nuevo. Por lo menos desde que quien esto escribe comenzó a reportear y
seguramente mucho antes, se ha consignado en los medios el tema de la “ordeña” de
los ductos en los que se transporta el combustible, delito del que siempre se
responsabilizó a las bandas de criminales, aunque también existió en todo este
tiempo la sospecha sobre la complicidad de autoridades de todos los órdenes,
condición que permitió crecer hasta sus actuales niveles a la delincuencia
organizada en su conjunto.
Que el nuevo gobierno ataque éste y otros
delitos es una buena noticia. O debería serlo, siempre que la decisión
estuviera acompañada de una estrategia en la que estén contempladas sus consecuencias
y la manera como las mismas serán mitigadas o por lo menos atendidas por el
gobierno.
De igual manera, y previendo que el cierre de
válvulas en los ductos de combustible –que es lo que el gobierno afirma que
hizo- afectaría inevitablemente el abasto, lo primero que se tendría que haber
hecho era poner sobre aviso a la población de las regiones que resultarían
afectadas, a través de una campaña de información gubernamental.
Sin embargo, no se hizo lo uno ni lo otro. Y
sucedió lo que hemos atestiguado en los últimos días: en varios estados de la
República la gasolina y el diésel han escaseado dramáticamente, trastocando la
vida cotidiana de sus habitantes y comprometiendo la actividad económica, la
salud y hasta la seguridad en esas demarcaciones.
Lo peor es que a la oleada de críticas
desatada a la par de la crisis del abasto de combustibles, el gobierno
respondió sin responder nada. Fue hasta que se convirtió en un verdadero
problema cuando se informó a la población que se habían dejado de ocupar los
ductos en los que tenían detectada la “ordeña” y que los carburantes estaban
siendo transportados en pipas a las estaciones de servicio.
Pero en lugar de ofrecer el gobierno federal
alguna garantía a la población, a ésta primero se le pidió “paciencia” y
disposición a hacer un “sacrificio”. Y como eso no funcionó, los voceros
gubernamentales, la nueva prensa oficialista y hasta el propio Presidente de
México optaron por criminalizar la crítica, acusando de manera delirante a
quien se atreviera a expresar malestar, de apoyar el “huachicoleo” y casi casi
de “traicionar a la patria”. Un despropósito elevado a niveles de absurdo,
propio de un régimen que solo admite aplausos y detesta que se le contradiga.
La realidad es que no hay claridad sobre lo
que verdaderamente está haciendo el gobierno, lo cual solo alimenta las
especulaciones, como aquella que indica que el desabasto tendría que ver más bien
con una supuesta decisión de dejar de importar gasolina de los Estados Unidos.
Como la información no fluye ni se aclara nada de manera convincente, y en
cambio se recurre a la diatriba como respuesta, la percepción de que hay algo
oculto permanece y se alimenta de la propia ineficacia del gobierno para
resolver rápidamente un problema que, sea cual sea su origen, es su
responsabilidad remediar.
Prefieren echarle gasolina al fuego. No vaya
a ser que un día esto explote.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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