LAS GUERRAS DE DUARTE
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Fotografía: AVC Noticias |
Encerrado en sí mismo, el
gobernador Javier Duarte de Ochoa aplica con temeridad aquella frase del ex
presidente Carlos Salinas de Gortari al referirse a la críticas de la oposición
de izquierda de aquellos años: “ni los veo, ni los oigo”.
Así hace también Duarte
de Ochoa. Sólo que él se la aplica a todos los habitantes del estado de
Veracruz. No escucha a nadie, no ve a nadie. Está amurallado en Casa Veracruz,
de donde solamente sale cuando le es estrictamente necesario. Y lo que es peor.
Está atrapado por el odio y la soberbia.
Las críticas, los
argumentos, los llamados a la razón y la prudencia, le tienen sin cuidado al
hombre que tiene en sus manos la responsabilidad de conducir el destino de ocho
millones de habitantes de un estado sumido en la pobreza, la inestabilidad
económica y política, y la inseguridad.
Así, sin medir las
consecuencias, como si el poder le fuera a durar para siempre, emprendió una
auténtica cacería contra sus enemigos políticos, los Yunes panistas y priistas,
que como siempre sucede, al final terminará revirtiéndosele al estar sustentada
en cimientos de arena.
Al momento de redactarse
este texto, trascendió que estaría por presentarse la solicitud de juicio de procedencia
en contra del alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, para
desaforarlo y juzgarlo por presunto enriquecimiento ilícito, “estrategia”
elaborada para intentar sacar de la sucesión por la gubernatura al padre del
edil, el diputado federal Miguel Ángel Yunes Linares.
Lo que los “sesudísimos”
asesores de Duarte no han alcanzado a vislumbrar, en su cortedad de miras e
impericia política, es que la esquizofrénica persecución a los Yunes lo único
que ha logrado es victimizarlos ante la opinión pública y, contrario a su
objetivo, abrirles la puerta para que ganen las elecciones del año entrante.
Pero la “guerra” de
Javier Duarte no es solamente contra su némesis política. También la ha
emprendido contra el sector empresarial, contra los universitarios e incluso
contra los propios empleados del Gobierno del Estado, a quienes les “jinetea”
impúdicamente sus recursos económicos.
Tradicionalmente, el
sector empresarial veracruzano se ha distinguido por ser un “aliado” casi
incondicional de las administraciones estatales en turno, ya que ello les ha
representado acceder a jugosos contratos de negocios para la obra pública y la
prestación de servicios. Lo único que los empresarios no están dispuestos a
aceptar es que les toquen su dinero.
Pues Javier Duarte,
además de “ahorcar” económicamente a los proveedores gubernamentales durante
todo su sexenio, ahora pretende que sea el sector productivo el que pague las
deudas contraídas por la peor administración estatal de la que se tenga memoria
en Veracruz, a través del aumento de 50 por ciento a la tasa del impuesto a la
nómina.
Ante la sordera del
gobernador, las cámaras empresariales advirtieron que si se aprueba el
incremento a este impuesto -que, por si no bastase, no se sabe en qué se ha
aplicado lo recaudado por este concepto, pero seguro que en infraestructura y
obra pública no, como se supone que debería-, romperán con el Ejecutivo
estatal. Algo nunca visto en la historia reciente de Veracruz.
Pero es natural. Jamás
habíamos tenido un gobernador así.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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