CUESTIONADA, LA UNIDAD DE LA REPÚBLICA
Fotografías: archivo |
A casi dos años de haber iniciado el régimen
de la autoproclamada “cuarta transformación”, el país se le desmorona entre los
dedos.
En medio de la peor emergencia sanitaria de los
últimos cien años –que en cifras estimadas ya superaría los 200 mil muertos- y de
una debacle económica que tampoco tiene parangón más que con la de la época de
la Revolución Mexicana, la crisis política provocada por el centralismo extremo
y el furibundo autoritarismo del gobierno de Andrés Manuel López Obrador amenaza
incluso a la frágil unidad de un país de realidades disímbolas.
No es poca cosa que diez gobernadores
opositores al actual régimen amenacen con abandonar el Pacto Federal, que si
bien ello no implica necesariamente una declaración de “independencia” respecto
de México como país, tampoco es como para desdeñarla o minimizarla, como se ha
propuesto hacer el lopezobradorismo que cada vez se aísla más de la realidad.
Las demandas de los gobernadores “en
rebeldía” se resumen en un cese a las medidas ultracentralistas del gobierno
federal -que paradójicamente se asume como “liberal” en el sentido decimonónico
del término, pero actúa como el más conservador- y que tienen su punto clave en
los recortes presupuestales previstos para las entidades federativas y los
municipios en el ejercicio fiscal del año entrante, que se discuten en estos
días en el Congreso de la Unión mientras la administración central se embolsa
todo el dinero posible –verdadero objetivo de medidas como la extinción de
fideicomisos públicos- para operar políticamente en 2021.
Fiel a su estilo autoritario, el presidente
López Obrador ha sido sordo ante cualquier reclamo y se niega sistemáticamente
a dialogar con cualquiera que no esté dispuesto a hacerlo en condiciones de
sumisión, alegando que no va a “exponer” la investidura presidencial ante
asuntos que califica de “electoreros”. Investidura que, dicho sea de paso, no
le ha importado arrastrar ante impresentables como el presidente de Estados
Unidos Donald Trump o los familiares del más sanguinario narcotraficante de la
historia del país.
Pero como su “pecho no es bodega”, tampoco ha
dejado pasar el “atrevimiento” de cuestionar su “autoridad” y lanzó al aparato
del Estado a promover el linchamiento mediático-propagandístico –vía
textoservidores, sus “moneros” palaciegos y las hordas cibernéticas de las
redes sociales- de los mandatarios “respondones”. La única dinámica consistente
de este gobierno, junto con la de destruir sin construir: confrontar, amenazar
e injuriar. “López Obrador no debate, él insulta”, afirmó en una entrevista
reciente el académico y Premio Nacional de Ciencias y Artes Roger Bartra. No le
falta razón.
Sin duda es la víspera de las campañas electorales
lo que ha elevado aún más la tensión política entre los actores que participan
de este tinglado de desatinos. Y en medio de la disputa de los que buscan
responder al acoso de quienes a toda costa intentan desaparecer al adversario
–o al que simplemente estorbe, así fuese un “aliado”- para perpetuarse en el
poder, quedamos los ciudadanos que, lamentablemente, no hemos podido escapar ni
ser inmunes al ambiente de franca división que ahonda una grieta que
irresponsablemente abrió una clase política ambiciosa y corrupta, representada por
todos los partidos políticos -incluidos los que responden más bien como secta
religiosa- y que ha llegado al punto de cuestionar la unidad misma de la República.
De ese tamaño la cerrazón y la incapacidad
para hacer política de altura y no vulgar politiquería.
Triste
defensa
Dice mucho que en defensa de la autocracia
presidencial hayan salido los gobernadores peor calificados del país, como los
de Morelos, Puebla y Veracruz.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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