AMLO CONSTRUYE SU “BOLSONARO”
Fotografía: redes sociales |
Lo mejor que le puede pasar a los grupos de
extrema derecha que se le han opuesto con determinación e incluso demandan la
renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador, es que éste y sus
seguidores los subestimen y ninguneen.
Desde el “púlpito” mañanero, López Obrador
enfiló sus baterías este jueves en contra de dos empresarios que han
manifestado abiertamente ser críticos de su gestión: el presidente de la
Coparmex, Gustavo de Hoyos, y el presidente de la asociación civil “Mexicanos
contra la Corrupción y la Impunidad”, Claudio X. González.
En su ya conocida estrategia de desviar
tiempo y recursos públicos para atacar a quienes considera sus enemigos, el
presidente presentó a los reporteros de la conferencia mañanera un manifiesto
atribuido a una incipiente organización denominada “Sí por México”, señalando a
los empresarios antes mencionados como sus artífices porque, según él, andan
buscando candidaturas.
En un tono socarrón, López Obrador los
calificó como “Frenaaa 2” y hasta se dio el lujo de burlarse abiertamente de
los planteamientos del manifiesto en cuestión, en el que se critica a su
gobierno por negarse a atender diversas necesidades, como las de la seguridad,
la educación y la salud pública: “me dan hasta ternura y sentimiento. Me
conmueve, son tan sinceros”, dijo con sorna el presidente.
Como todo lo que hace, es probable que hasta
esta conducta nada amable ni políticamente cortés esté debidamente calculada para
dar la impresión de que las crecientes protestas de grupos relacionados –éstos
sí- con el ala ultraconservadora más radical de la derecha mexicana no le
quitan el sueño ni le hacen mella. Sin embargo, con su lenguaje político dice
otra cosa.
El Frente Nacional Anti AMLO (Frenaaa) que
dirige otro empresario, el neocristero Gilberto Lozano, ha ido adquiriendo una
notoriedad y convocatoria que hasta hace pocos meses era impensable, pues su
representatividad social es muy limitada y sus planteamientos políticos se encierran
en pedir la renuncia de López Obrador, lo que resulta no solo un despropósito,
sino una utopía.
Hay quienes incluso consideran que este tipo
de movimientos logran un efecto adverso al que persiguen y que reafirman el
liderazgo presidencial mientras el titular del Ejecutivo los ridiculiza. O por
lo menos, ésa es la narrativa que buscan posicionar en el clima de opinión.
Pero lo cierto es que de comenzar con tímidas
protestas de una decena de vehículos que pitaban sus cláxons en caravana los fines
de semana, pasaron a reunir a miles de personas el pasado sábado en la plaza
más importante del país, el zócalo, luego de una desafortunada bravata de López
Obrador en la que retó a juntar cien mil personas que demandaran su renuncia.
No reunieron los 200 mil que aseguran y ni
siquiera llegaron a 50 mil, pero aun así lograron una concentración lo
suficientemente significativa como para caer como ladrillazo en el palacio de
enfrente. Tanto así, que los propagandistas presidenciales están organizando
una “respuesta” para reunir a ¡un millón! de simpatizantes del presidente,
atizando –en medio de una pandemia con 83 mil muertos reconocidos oficialmente-
la flama de la polarización que tan buenos dividendos les deja a los líderes
populistas y demagogos que, supuestamente arropados por el “pueblo”, desestiman
cualquier manifestación de oposición a sus designios.
Horas después de ser publicitada por el
propio presidente de la República –lo que podría calificarse como un gran error
estratégico-, “Sí por México” acusó recibo y anunció que, efectivamente, se
están organizando como un movimiento al cual lo integran otras cien
organizaciones, entre las que se mencionan la Red de Líderes Católicos y la
Fundación “Carlos Abascal”, esta última heredera directa de la Unión Nacional
Sinarquista, organismo de verdadera derecha radical, de corte neofascista y
ultracatólico fundado en el Bajío mexicano en la década de los 30 del siglo
pasado, cuya agenda social y política no es difícil de imaginar.
Durante los primeros 15 años del siglo XXI,
la izquierda brasileña encabezada por Luis Inazio “Lula” Da Silva fue el modelo
de socialdemocracia latinoamericana moderna a seguir… hasta que la corrupción
la carcomió. Y de su descomposición surgió un movimiento de ultraderecha que,
de la mano de las iglesias evangélicas sudamericanas, llevaron al poder a un
populista neofascista, el actual presidente Jair Bolsonaro, “campeón” de la
agenda antiderechos humanos y ambientales.
Con su desdén y su sistemática negativa a dialogar
con quien disiente de él, además de su catastrófica conducción del país,
lentamente Andrés Manuel López Obrador le da vida a su propio “Bolsonaro”. Cual
monstruo de “Frankenstein”.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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