EL PRI DEL SIGLO PASADO
Fotografía: archivo |
La amenaza que el régimen de la mal llamada “cuarta transformación” representa para la pluralidad política y para la libertad de expresión, prensa y pensamiento no es para tomarse a la ligera.
El lopezobradorismo gobernante no se ha
andado por las ramas en las últimas semanas respecto de sus intenciones: un día
sí y otro también el presidente de México arremete contra las instituciones que
desde su anquilosada y anacrónica visión de la política no son “necesarias”, y
justifica su pretensión de desaparecerlas en su costo de operación, en el
sexenio en que fueron creadas o en una supuesta ausencia de resultados que deja
al nivel de su mero dicho.
El lamentable caso del Consejo Nacional para
Prevenir la Discriminación (Conapred) -tras el estrambótico desencuentro del
gobierno con un comediante. Entre payasos te veas- dejó al descubierto, casi
por casualidad, el objetivo de deshacerse de todos los organismos reguladores
que le estorban a esta administración para hacer lo que le venga en gana.
Ya se mencionó con anterioridad en este mismo
espacio cómo Andrés Manuel López Obrador había puesto en su mira no solo al
Conapred, sino al mismo Instituto Nacional de Acceso a la Información,
Transparencia y Protección de Datos Personales (Inai), así como al Instituto
Nacional Electoral (INE), que en la actualidad son de los pocos organismos
públicos que aún funcionan como contrapesos institucionales reales.
Quienes haciendo gala de su supina ignorancia
o de su gigantesca mala fe afirman que estos organismos no han dado resultado
alguno, lo que exhiben es su desprecio por las demandas ciudadanas que hicieron
nacer dichas instituciones. E incluso se dan un balazo en el pie y se niegan a
sí mismos.
Antes del IFAI (hoy INAI) simple y
sencillamente no había manera de acceder a la información de lo que hacía el
gobierno con los recursos públicos. Era imposible que los ciudadanos nos
enterásemos. Y su creación durante el sexenio de Vicente Fox Quesada no fue una
graciosa concesión presidencial, sino el resultado del empuje de la sociedad
civil que desde la academia, las organizaciones no gubernamentales y el
periodismo libre –de los que por años se colgó la dizque izquierda partidista
para impulsar sus intereses y agenda- reclamó terminar con la opacidad y exigió
transparencia en la actuación y decisiones de los servidores públicos.
Mismo caso de los organismos electorales.
Antes de la creación del IFE en la década de los 90 del siglo pasado, las
elecciones en México las organizaba el gobierno. Y como sabe cualquiera, ya no
digamos que haya vivido esa época, sino que haya abierto un libro de historia
contemporánea de México, lo que sucedía era que siempre, invariablemente,
ganaba el partido en el gobierno, que en ese entonces era el Partido
Revolucionario Institucional.
Con todos los asegunes, deficiencias e
incluso corruptelas que hubiesen podido tener –al fin y al cabo instituciones
humanas y por ese motivo, falibles pero también perfectibles- esos organismos –por
citar a dos que resultan fundamentales- ayudaron a modernizar y a pensar en democratizar
a un México que antes de eso no conocía de transparencia y rendición de cuentas
en el sector público. Mucho menos, de competencia electoral real.
La “4t” quiere regresar a México a una época
de simulación democrática y de opacidad, cuya consecuencia inmediata sería
también el retorno del peor autoritarismo, de la persecución de las voces
disidentes y de la libertad de expresión, que de por sí nunca ha dejado de estar
amenazada.
Solo que en lugar del PRI, el partido
“todopoderoso”, la “aplanadora” que nunca perdiera elecciones ni rindiera
cuentas de nada, sería Morena. Su manera de actuar desde que asumió el poder
así lo demuestra. Es el PRI del siglo pasado.
¿De verdad los mexicanos votaron por eso?
Fotografía: Memoria Política de México |
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Comentarios
Publicar un comentario