LA FISCALIZACIÓN COMO ARMA POLÍTICA
Fotografía: Alberto Delgado |
En
medio de la disputa por el control del partido, el poder y el dinero que va
aparejado, en Morena se hacen pedazos. Particularmente, en el estado de
Veracruz.
Quien
se ha convertido en un verdadero dolor de… muelas para la “4T” en la entidad
veracruzana, el diputado local de Morena José Magdaleno Rosales Torres, prendió
la mecha de un tremendo escándalo al acusar al presidente de la Comisión de
Vigilancia del Congreso local, el también morenista Eric Domínguez –aunque se
le vincula políticamente con el fidelista Jorge Carvallo Delfín-, de pedir
“moches” –sobornos, pues- para “maquillar” las cuentas públicas del ejercicio
fiscal 2018 de varios presidentes municipales.
Tan
grave es el “cochinero” que se habría encontrado, que se tomó una decisión sin
precedentes desde la creación del sistema de fiscalización en el estado: este
miércoles la propia Comisión de Vigilancia aprobó un decreto –que todavía tiene
que ser aprobado por el Pleno de la LXV Legislatura- medio del cual “se
rechazan los informes individuales y el Informe General Ejecutivo de la Cuenta
Pública 2018 presentados el 25 de septiembre de la presente anualidad”.
Asimismo,
en el decreto referido “se ordena al Órgano de Fiscalización Superior del
Estado que en un plazo no mayor a 90 días naturales efectúe una nueva
valoración, en coordinación con la Comisión Permanente de Vigilancia, sobre las
aclaraciones y la documentación justificatoria presentada por los entes
fiscalizables en relación con los pliegos de observaciones resultantes del
Procedimiento de Fiscalización Superior de las Cuentas Públicas 2018,
incluyendo la documentación entregada en sede legislativa, y emita los correspondientes
informes individuales e Informe General Ejecutivo que deberá remitir a la
Comisión Permanente de Vigilancia para que en los 15 días hábiles siguientes,
se elabore el dictamen correspondiente para su discusión y, en su caso,
aprobación del Pleno”.
O
para explicarlo de forma más simple: el Congreso del Estado estaría por tirar a
la basura prácticamente todo el proceso de fiscalización realizado en el último
año, desconociendo el trabajo realizado por el Orfis del anterior auditor
general, Lorenzo Antonio Portilla –a quien podrían incluso fincársele
responsabilidades penales, ya que estaría involucrado en las irregularidades
que se señalan-, y encomendándole a su nueva titular –Delia González, incondicional
de la autodenominada “cuarta transformación”- la elaboración de nuevos
dictámenes en un plazo de únicamente tres meses.
¿Y
esto qué problema tendría? Pues que se presentasen informes elaborados a partir
de una valoración política y no técnica, para ser utilizados como instrumentos
de presión, sometimiento y venganza en contra de los opositores y los
adversarios, internos y externos, de quien controle al Órgano de Fiscalización
Superior del Estado.
¿Qué
esto ya ha sucedido antes? Sin duda. Pero aunque suene repetitivo, se suponía
que el nuevo régimen había llegado para erradicar las prácticas corruptas que
provocaron el hartazgo popular contra los gobiernos que lo antecedieron.
Y
resulta que esas prácticas no solo no han desaparecido, sino que se recrudecen,
corregidas y aumentadas por la ambición de neofuncionarios y neopolíticos cuya
voracidad podría superar la de los peores casos por todos los veracruzanos
conocidos. Y padecidos.
Así
la “honestidad” en tiempos de la “4T” en Veracruz.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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