CONGRESO DE VERACRUZ: EL ESTIGMA DE LA CORRUPCIÓN
Fotografía: Alberto Delgado |
A la
memoria de Norma Alicia Moreno del Río
Los
diputados locales de las dos últimas legislaturas del Congreso del Estado de
Veracruz, la LXII y la LXIII, llevarán siempre el estigma de haber sido
cómplices de la corrupción y del desastre al que llevó a la entidad el gobierno
de Javier Duarte de Ochoa.
De
principio a fin de sus respectivos periodos, la mayoría fide-duartista que
dominó al Congreso estatal entre 2010 y 2013, y entre 2013 y 2016, se comportó
de manera servil e irresponsable. Fue cómplice de las trapacerías, del saqueo,
de las decisiones que tienen en este momento al estado al borde del colapso,
sin dinero, sumido en la pobreza y la inseguridad, devastado institucionalmente
y mendigando apoyo federal para evitar un casi inminente estallido social.
Los
diputados locales del PRI y sus aliados, incluidos varios que se supone navegan
con las banderas de la “oposición”, no sólo cerraron los ojos ante el robo en
despoblado a las finanzas estatales, sino que disfrutaron de las mieles del
dinero malhabido, de los frutos de las componendas, de las prebendas de un
poder usado para lucrar y no para servir a los ciudadanos.
Esa
mayoría de diputados y diputadas que en los últimos seis años dominaron al
Poder Legislativo estatal aprobaron sin chistar todos los desvaríos legales que
se le ocurrieron al hoy prófugo ex gobernador Javier Duarte de Ochoa y a su
camarilla.
Fue
así que intentaron limitar y penalizar la libertad de expresión en las redes y
en los medios; redujeron a míseros dos años el próximo periodo gubernamental
porque el gobernador quería imponer sucesor; modificaron normas como la Ley de
Pensiones en perjuicio de los trabajadores; permitieron la opacidad en el gasto
gubernamental; buscaron criminalizar las protestas ciudadanas y lograron
hacerlo con las mujeres al abrir la puerta a la penalización del aborto para
que Javier Duarte quedara bien con la Iglesia Católica.
Los
diputados locales de las dos últimas legislaturas dejaron pasar informes
maquillados e inverosímiles sobre las revisiones de la Cuenta Pública, en los
que el Ejecutivo aparecía como un ente impoluto, honestísimo, sin mácula ni
sombra de duda. Sólo al caer en desgracia el régimen “se dieron cuenta” del hervidero
de corrupción, de los desvíos y el atraco a Veracruz perpetrado por el
fide-duartismo voraz.
No
podían hacerlo de otra forma cuando fueron cómplices de la podredumbre,
vendiendo su conciencia y su voto. Según fuentes de primer nivel a las que este
reportero tuvo acceso, hasta 30 millones de pesos se dejaron pedir muchos diputados
locales por avalar los disparates legislativos con los que el gobierno de
Javier Duarte primero reventó las finanzas públicas y al final pretendió
cubrirse las espaldas y garantizarse impunidad.
Ahora
que se van, con un cinismo esperpéntico los diputados locales dicen haber
obrado bien. Niegan haber avalado el robo al erario del estado y aseguran estar
despreocupados porque se les califique como los peores de la historia de
Veracruz. Eso les tiene sin cuidado.
Lo
que no les tendrá sin cuidado es que también se les llame a cuentas y se les
finquen responsabilidades políticas y hasta penales, por acción u omisión, de
la devastación de Veracruz. Corresponderá a la LXIV Legislatura del Estado, que
entra en funciones este 5 de noviembre, esa tarea. Habrá que exigírsele que la
haga.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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