COMISIÓN DE PERIODISTAS: EL DILEMA DE SU EXISTENCIA
Fotografía: archivo |
La
creación de la Comisión Estatal de Atención y Protección a Periodistas de
Veracruz (CEAPP) tuvo un vicio de origen que ha marcado desde entonces su
desempeño: su falta de autonomía respecto del Ejecutivo estatal.
El
surgimiento de este organismo público se dio en el contexto de la más cruda
violencia contra los comunicadores veracruzanos a la mitad del sexenio de
Javier Duarte de Ochoa, y su objetivo inicial era precisamente el de lavarle la
cara al mandatario -que para entonces ya era señalado como agresor de
periodistas- a propuesta de su entonces coordinadora de Comunicación Social y
hoy empresaria mediática Gina Domínguez Colío.
Como
resulta obvio, este “pecado original” le impidió a la CEAPP funcionar como
debía, al tratarse de un órgano más del gobierno estatal, integrado a propuesta
del Ejecutivo y, aunque dotado de autonomía en el papel, dependiente en sus
decisiones del poder político.
Al
menos en sus primeros años, la CEAPP fue uno más de los cotos de poder de Gina
Domínguez, cuya injerencia en las decisiones del organismo fue siempre
evidente. Al grado de que la primera secretaria ejecutiva, Namiko Matzumoto, cercana
a la ex vocera de Javier Duarte, fue promovida desde ahí para la presidencia de
la Comisión Estatal de Derechos Humanos, y su actual presidenta, Benita
González, es conductora de uno de los espacios informativos de la agencia
Quadratín Veracruz, cuya franquicia en la entidad es propiedad de la misma
Domínguez Colío.
A
pesar de sus claras limitaciones y de sus taras de origen, la CEAPP sí ha
brindado algún apoyo valioso a los periodistas que se lo han solicitado, desde
el acompañamiento jurídico en casos de denuncias por agresiones y la implementación
de medidas de seguridad, hasta capacitaciones para trabajadores de los medios
que, de otra forma, no habrían tenido oportunidad de acceder a éstas.
La
llegada del nuevo gobierno que encabezará Miguel Ángel Yunes Linares ha abierto
el debate sobre el destino de la CEAPP, que tiene dos alternativas: renovarse
por completo y ser dotada de verdadera autonomía respecto del gobierno, o
simplemente desaparecer.
Bajo
la consideración de sus antecedentes, y ante el complicadísimo escenario
económico de la entidad, la opción de terminar con la existencia de la CEAPP
tiene fuerza en algunos sectores políticos y del propio gremio, que la
consideran un costoso e inútil elefante blanco.
Sin
embargo, como cualquier institución pública, la Comisión Estatal de Atención y
Protección a Periodistas es perfectible. Bien encauzada y renovada en sus
órganos de dirección, podría dar los resultados que de ésta se esperan y que el
gremio periodístico, que permanece en situación de vulnerabilidad en Veracruz,
necesita.
Lo
que necesita la Comisión es hacerla funcionar como se supone debería, con
transparencia en sus decisiones y sus manejos administrativos. En esos
términos, la CEAPP sí podría ser una valiosa herramienta para dignificar el
trabajo periodístico y proteger el bien superior, que es el de la libertad de
expresión y el derecho a la información.
La
CEAPP tendría que renovarse desde la raíz, sin sesgos político-partidistas y
mediante un amplio consenso, para ser funcional y verdaderamente útil en un
estado donde la violencia no ha disminuido un ápice, así como para obtener la
confianza de los periodistas veracruzanos, gremio profundamente herido y
dividido en este infame sexenio.
Ya
veremos si privan la sensatez, los intereses políticos o la víscera. Lo que es
un hecho es que si la desaparición de los organismos públicos fuera la solución
para el desempeño deficiente de los mismos, en Veracruz tendríamos que
extinguir al gobierno entero.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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