SE ACABÓ LA TREGUA
Fotografía: Jonatan Rosas |
Para el
periodista Moisés Sánchez Cerezo
Lo
queremos vivo
No
pasó un año completo desde el secuestro y asesinato del reportero Gregorio
Jiménez de la Cruz en Coatzacoalcos, para que Veracruz refrendara el trágico
título del estado más peligroso para ejercer el periodismo en México.
El
pasado viernes 2 de enero, un comando armado sacó por la fuerza de su domicilio
al reportero comunitario y activista social Moisés Sánchez Cerezo, quien hasta
el momento de escribir estas líneas, por la tarde del lunes 5 de enero, tres
días después, sigue desaparecido.
Sánchez
Cerezo editaba el periódico comunitario y el blog La Unión en el municipio de
Medellín, conurbado con los de Veracruz y Boca del Río, que es gobernado por el
alcalde panista Omar Cruz Reyes, sobre quien pesan señalamientos de haber
enviado amenazas contra el comunicador.
Moisés
Sánchez había denunciado reiteradamente la violencia delincuencial en esa
demarcación, así como la corrupta indolencia del Ayuntamiento, lo que había
llevado a la población a la auto organización para defenderse de los criminales,
ya que las autoridades, tanto estatales como municipales, son incapaces o al
menos omisas en su obligación de garantizar la seguridad.
¿Por
qué después de diez periodistas asesinados y 22 exiliados tan sólo en este
sexenio, es en Veracruz donde se registra la primera agresión de envergadura
contra un reportero en el país en 2015? La respuesta es clara: porque después
del asesinato de Gregorio Jiménez de la Cruz en febrero de 2014, el gobierno de
Javier Duarte no dio las garantías necesarias para que no se repitiera una
situación similar, a pesar de haberse comprometido a ello desde mucho tiempo
atrás.
Y
esto tiene una causa de fondo: el profundo desprecio que Javier Duarte de Ochoa
siente por la labor periodística seria y por quienes la desempeñan
honestamente. No por nada, en una demostración de gigantesca soberbia y soez
ultraje, pretendió negarle a Moisés Sánchez Cerezo su condición de periodista,
con el banal argumento de que también conduce un taxi para llevar el pan a su
hogar y su familia.
Porque
para Javier Duarte de Ochoa sólo son periodistas ésos a quienes invita a
francachelas en Casa Veracruz, a quienes reparte 50 mil pesos al mes para
tenerlos “bien atendidos”. Los que lo alaban, los que no lo cuestionan, los que
justifican todas y cada una de las barbaridades que ha hecho con el estado los
últimos cuatro años, son los “verdaderos periodistas” para quien constitucionalmente
ostenta el cargo de gobernador de Veracruz.
En
un caso como el de Moisés Sánchez, donde las motivaciones del plagio no son
económicas, las primeras horas son vitales para dar con su paradero con vida.
Han pasado más de 72 horas y el gobierno estatal sólo difunde rumores a través
de sus estercoleros cibernéticos, pero da magros resultados en los hechos. Hay
dos policías municipales retenidos, pero nada concreto aún, ni para bien ni
para mal.
Tanto
el gobernador Duarte –quien para revertir las críticas a su frivolidad fue a
tomarse la foto con la familia de Moisés Sánchez, como si con eso desapareciera
sus dichos-, como el alcalde Omar Cruz Reyes buscan evadir su responsabilidad
en estos hechos. Sólo podrán salir medianamente bien librados si recuperan con
vida a Moisés.
Se
acabó la tregua contra los periodistas en Veracruz. Es año electoral y el grupo
gobernante buscará imponerse a costa de lo que sea. Acallar a la crítica es el
primer paso.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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