EL LODAZAL Y LOS INOCULTABLES PACTOS DE IMPUNIDAD
Fotografía: Reuters |
En un hecho verdaderamente insospechado, el
Departamento de Justicia de los Estados Unidos presentó una moción para retirar
los cargos por narcotráfico en contra del ex secretario de la Defensa Nacional
del sexenio de Enrique Peña Nieto, el general Salvador Cienfuegos, quien fue
detenido apenas a mediados del pasado mes de octubre en el aeropuerto de Los
Ángeles, California a petición de la Administración de Control de Drogas (DEA).
Como se expuso en la entrega de la Rúbrica
titulada “Crisis militar” referida a este caso, la aprehensión de Cienfuegos
unos pocos días antes de las elecciones presidenciales en la Unión Americana
respondía más a su agenda política interna que a la exterior, al grado que unos
días después de la detención, la Secretaría de Relaciones Exteriores expresó
públicamente su molestia por la ausencia de cooperación con el gobierno de
México.
Existen razones de peso para esa reacción: la
detención causó un profundo malestar en el Ejército mexicano, que ha sido
empoderado por el gobierno lopezobradorista como ningún otro, ni siquiera el de
Felipe Calderón. Aunque a diferencia de aquél, el actual régimen no lo hace
para legitimarse –pues no lo necesita- sino para sostenerse con el apoyo de las
fuerzas armadas. Una apuesta que no suena para nada democrática sino
exactamente lo contrario, valga decir.
El caso es que desde el momento del arresto,
el gobierno mexicano le ofreció apoyo diplomático al militar para su defensa
legal, lo cual no hay necesidad de señalar que no ocurre cuando cualquier otro
mexicano enfrenta un proceso penal de cualquier tipo en los Estados Unidos.
Aquí, claramente, había un marcado interés del Estado por defender a quien fue
identificado en la acusación en su contra como “El Padrino”.
Sin embargo, el arresto de Cienfuegos sirvió
a ambos gobiernos –el de Donald Trump y el de Andrés Manuel López Obrador- para
hacer propaganda acorde con sus propios fines: el primero, como parte de su (fallida)
campaña electoral; el segundo, para reforzar su retórica de que antes de él en
México nada funcionaba bien y que ahora “sí” se “combatirá” la corrupción.
La derrota de Trump en las elecciones en los
Estados Unidos ha cambiado por completo el escenario. Y aunque el populista
norteamericano se resiste a aceptar el resultado de las urnas –alegando un
fraude que ni él se cree y del cual no existe una sola prueba. ¿Dónde hemos
visto eso antes?- lo más probable es que abandone pronto la Casa Blanca. Y está
tomando previsiones al respecto.
Es imposible establecer lo que verdaderamente
hay detrás de esta decisión del gobierno estadounidense, que todavía debe ser aprobada
por la jueza Carol Amon, quien lleva el caso y podría llegar a negarse a
desestimar los cargos contra Cienfuegos. Pero de lo que no existe duda alguna
es que se trata de una jugada política y no jurídica.
La Fiscalía General de la República, pero
sobre todo la Cancillería que encabeza Marcelo Ebrard negociaron la liberación
de Cienfuegos –preso todavía en una cárcel neoyorquina- sin que hasta ahora se
haya hecho público –y quizás nunca llegue a serlo- lo que se ofreció a cambio
al gobierno estadounidense –que jamás da “paso sin huarache”-, el cual a su vez
adujo que “consideraciones de política exterior importantes y sensibles superan
el interés del gobierno en proseguir con el procesamiento del acusado”.
¿Qué sabe Salvador Cienfuegos que al
agonizante gobierno de Trump no le conviene que diga una vez que entre en
funciones la administración de Joe Biden? Esa podría ser una de las razones para
entregar al militar y que sea “procesado” en México.
Empero, en nuestro país no existe ningún
procedimiento judicial abierto en contra del ex titular de la Sedena. El mismo
Ebrard así lo confirmó: “¿su estatus? Un ciudadano mexicano. No tiene cargos”.
Si se confirma la liberación y el general
retorna a México, ya sabemos lo que sucederá. Y más de un personero lopezobradorista
habrá de tragarse –como es habitual- todo lo que despotricó en su momento contra
el militar en retiro. Aunque vale la pena puntualizar que éste no saldrá libre
por haber demostrado su inocencia, sino por un arreglo político públicamente
admitido por sus acusadores.
Y sigue quedando en el aire ese elemento
central que permite la operación de los grupos del crimen organizado no
solamente en México, sino también en Estados Unidos, donde está el verdadero
negocio del tráfico de drogas y nunca se ha sabido de la captura de algún gran
capo estadounidense: la colusión gubernamental a través de las fuerzas de
seguridad y sus cada vez menos ocultos pactos de impunidad. Para más detalles
históricos al respecto, échele un ojo a la serie documental sobre el caso
Camarena “The last narc”.
El lodazal embarra muy alto. Y ésta no parece
ser la excepción.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Trump va a drenar el estanque, y el lodazal se secara dejando a todas las alimanias ahi a la vista de todos. Solo hay que tener paciencia y disfrutar de una jugada politica tan jugosa como no la ha habido en nuestros tiempos.
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