LOS HAMBREADORES
Fotografías: Reuters |
En México, el término “hambreador” fue muy
popular en las décadas de los 40 y 50, y le era aplicado a aquel comerciante
que especulara con los alimentos y demás productos de la canasta básica para
ponerles un precio más alto del que en realidad tenían.
La actual contingencia de salud producida por
la pandemia de contagios del coronavirus Covid-19 ha hecho resurgir con fuerza
estas prácticas con las que miserablemente se aprovecha la emergencia, la
necesidad y el pánico que genera entre la población una situación como la que en
este momento se vive.
Al inicio de la etapa de propagación del
virus, fue notable cómo ciertos productos comenzaron a escasear en todos los
comercios. Papel higiénico, cubre bocas, gel desinfectante, alcohol, desaparecieron
de los anaqueles de las tiendas grandes, medianas y pequeñas ante las compras
sin control que se hicieron de estos bienes, cuyo precio, en consecuencia,
comenzó a subir.
Conforme ha avanzado la emergencia y ante el
crecimiento del número de contagios y la posibilidad de llegar a una fase de
aislamiento generalizado, varios productos de consumo básico han comenzado a
registrar alzas desproporcionadas en sus precios, lo que aunado a la franca
recesión económica generada por la misma crisis sanitaria -que está ocasionando
cierre de negocios y desempleo-, va en camino a provocar un problema mayor,
especialmente para la población de escasos recursos.
Es inaudito que en algunos establecimientos
el cono de huevo se esté vendiendo hasta en más de 90 pesos cada uno. Se trata
no solamente de un abuso injustificable, sino de un acto inhumano que puede
significar que una familia no pueda comer varios días.
Lo mismo sucede con el precio de la tortilla.
En algunos estados del norte del país se llegó a vender en estos días a casi 25
pesos el kilo, mientras que el Consejo Rector de la Tortilla Tradicional
Mexicana adelanta que el precio podría estacionarse en unos 20 pesos, debido a
los aumentos en los insumos como el maíz.
Sin embargo, también están siendo detectadas
prácticas como la descrita en el primer párrafo de esta columna: la
especulación y ocultamiento de productos para encarecerlos, como denunciaron algunas
agrupaciones sociales, que aseguran que “coyotes” están ocultando maíz en
bodegas para que se dispare el precio.
Y mientras la emergencia avance, es
previsible que se vuelvan aún más recurrentes estas conductas, lo que a su vez
podría ocasionar que, ante la insuficiencia de recursos para adquirir productos
básicos para la subsistencia, haya quien decida recurrir al saqueo de
comercios.
Esa tentación ya ha sido detectada y hasta
sancionada en algunos estados del país, de manera individual. ¿Pero podrán las
autoridades contener a cientos o hasta miles de personas si llegan a tomar la
decisión de recurrir a la rapiña para poder comer?
La Procuraduría General del Consumidor ha
condenado -de palabra- los abusos en los precios de los básicos. El problema es
que la dependencia fue prácticamente desmantelada por el gobierno de la
autodenominada “cuarta transformación”, que no consideró que fuera necesario
mantener sus delegaciones en los estados de la República. Así que no hay ningún
lado al cual acudir a presentar una queja en contra de esas prácticas desleales
y especulativas. Ni cuenta tampoco este organismo con capacidad alguna para
frenarlas.
Los “hambreadores” del coronavirus están a
sus anchas.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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