CO-IRRESPONSABILIDAD
Fotografía: El Dictamen |
Tarde, pero finalmente este fin de semana el
gobierno federal llamó a la población a evitar salir de sus casas para intentar
contener los contagios por el coronavirus Covid-19.
Las razones aducidas –y que son las que al
final han obligado al cambio de postura oficial, tras un mes de desestimar la
gravedad y magnitud de la crisis sanitaria- son que un contagio masivo de la
población colapsaría los servicios de salud pública del país, lo que representaría
una catástrofe. No lo dijeron así, pero eso es precisamente lo que sucedería.
Sin embargo, ni el hecho de que desde la
noche del pasado viernes el propio presidente Andrés Manuel López Obrador pidió
directamente a la gente mantenerse en sus casas, ni el alarmado llamado del
subsecretario de Salud –y titular de facto del sector- Hugo López Gatell, quien
el sábado pidió aprovechar la “última oportunidad” para evitar un contagio de
proporciones inmanejables, han logrado que la población se tome verdaderamente
en serio la situación. No toda, por lo menos.
Es un hecho que se ha reducido drásticamente
la presencia de personas en las calles, en restaurantes y centros comerciales y
en espacios públicos. En buena medida, por las medidas tomadas por la propia
sociedad civil desde hace al menos dos semanas, mientras el Presidente de la
República seguía pidiendo a la gente salir, abrazarse y besarse y los gobiernos
federal y varios estatales –particularmente, los surgidos de Morena- se negaban
a parar actividades no sustantivas.
Empero, en lugar de concurrir a los lugares
antes enunciados –la mayoría cerrados incluso por disposición de las
autoridades, como los bares y centros de espectáculos y diversión-, una buena
cantidad de personas ha optado por reuniones en domicilios particulares, así
como por buscar trasladarse a playas que inexplicablemente siguen abiertas,
como las de Veracruz-Boca del Río, por citar algunas.
A la irresponsabilidad mostrada por distintas
autoridades al principio de esta pandemia hay que sumar, y con un acento
especial, la de las personas que por diferentes circunstancias creen que están
a salvo o exentas de sufrir las consecuencias de un contagio del Covid-19 y
que, por ello, consideran que es una exageración el confinamiento al que se
está ajustando la mayoría.
Desde la creencia estúpida de que el
coronavirus no existe y la actual emergencia mundial es parte de una
“conspiración” de quienes buscan imponer el “nuevo orden”; pasando por los que
desdeñan su letalidad con base en las cifras que, ciertamente, muestran que en
comparación con la población total el número de decesos es “bajo”; hasta los
que afirman que su aparente buen estado de salud les permitirá “librarla”; todos
ellos ponen en peligro a la población que sí ha tomado las medidas pertinentes
para evitar, en la medida de lo posible, contaminarse con el virus.
¿De qué sirve que un adulto mayor o una
persona con una enfermedad crónica o con defensas bajas se aíslen en sus casas,
si a sus nietos, hijos, hermanos, sobrinos o hasta padres les valen gorro las
recomendaciones y adquieren el virus? En efecto: de nada. Y lo más seguro es
que las contagien y muchas de ellas mueran.
No todo es culpa u obligación del gobierno.
La co-irresponsabilidad puede tener consecuencias inenarrables. Si no lo
entendemos ahora, después lo vamos a lamentar. Quizás sin remedio.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Cuando. Tengan la necesidad de un respirador solo no los tomen en cuenta...es su decisión no acatar el quédate en casa,pues que les sepa la muerte.
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