GOLPES DE REALIDAD
Fotografía: Carlos Pérez/ El Heraldo de Tabasco |
Peor inicio de semana no podía haber tenido
el presidente de la República Mexicana, Andrés Manuel López Obrador.
El domingo, el mandatario se enfrentó a lo
que quizá más le puede doler en el terreno político: el repudio popular,
manifestado a través de gritos y abucheos durante una gira de trabajo ni más ni
menos que por su tierra natal, Macuspana, Tabasco.
Sus paisanos le echaron en cara la mala
administración del presidente municipal morenista Roberto Villalpando, a quien
acusaron de dedicarse a robar, lo cual fue negado tajantemente por López
Obrador, quien notablemente iracundo exigió a la gente “respetar” a la
autoridad o de lo contrario suspendería el evento, pues no quería
“politiquería”.
Pero los tabasqueños incluso negaron estar
recibiendo programas sociales como las “Becas Benito Juárez” para estudiantes
de preparatoria, lo que terminó por sacar de sus casillas a un presidente
completamente intolerante a la crítica y a que se le contradiga sobre cualquier
cosa. Y haciendo uso de su discurso pseudorreligioso, acusó de mentiroso a su
“pueblo”: “la mentira es del demonio, es reaccionaria, conservadora; la verdad
es revolucionaria”, espetó.
Lo cierto es que no es el primer reclamo que
se le hace al presidente durante una de sus concentraciones públicas en el
interior del país, mismas con las que se mantiene en campaña política
permanente pero que también comienzan a pasarle el costo de gobernar a punta de
discursos, pero con escasos resultados.
Ese precio a pagar quedó aún más evidenciado
al otro día, este lunes, con la difusión de una serie de encuestas que, con
algunas variantes en los datos que aportan, coinciden en un tema central: la
popularidad de Andrés Manuel López Obrador está a la baja.
Y no solo eso. La constante de los estudios
dados a conocer por el periódico Reforma y por las casas encuestadoras Buendía
y Laredo, De Las Heras Demotecnia y Consulta Mitofsky es el registro de una
caída de 20 puntos en promedio respecto de los niveles de aceptación del
gobierno lopezobradorista de hace un año.
Para decirlo en términos llanos, se trata de
un desplome, muy significativo, para un gobernante que accedió al poder con
porcentajes de aprobación popular que rebasaban el 80 por ciento y que aún en
la actualidad presume de su cercanía con la gente.
El propio López Obrador, en su conferencia
mañanera, tuvo que admitir lo innegable, aunque con su particular estilo para
evadir cualquier responsabilidad: aceptó que “sufrimos desgastes”, pero dijo
que son a causa de “enfrentar a los conservadores corruptos” que “no quieren
dejar de robar”.
Sin embargo, las mediciones arrojan “otros
datos”, que reflejan un creciente malestar ciudadano en temas como el combate
al crimen organizado, la seguridad pública, la salud, la economía y el combate
a la corrupción por parte del régimen de la autodenominada “cuarta
transformación”.
Además, la respuesta institucional y personal
del presidente López Obrador a reclamos sociales por la violencia feminicida, el
desabasto de medicamentos para tratamientos graves, la cancelación de programas
sociales no clientelares por una pretendida austeridad, entre otros, ha
influido determinantemente en la imagen de un gobierno acostumbrado a mirarse
el ombligo y a “dialogar” consigo mismo.
Lo peor de todo es que el presidente cree que
sus programas sociales clientelares lo tendrían que “blindar” contra cualquier
reclamo, pues precisamente para eso los instrumentó. En su propia tierra natal quedó
claro que no es ni será así.
Pequeños golpes de una realidad que el
régimen se niega a mirar.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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