LA BRUTALIDAD APLASTÓ LA VERBORREA
Fotografías: tomadas de redes sociales |
Acorralado y exhibido por las
inconsistencias, contradicciones y claras falsedades difundidas sobre el
fracasado operativo de detención de los hijos de “El Chapo” Guzmán en Culiacán,
el pasado fin de semana el gobierno de Andrés Manuel López Obrador decidió
apoderarse del clima de opinión a través de la manipulación retórica.
Tras el desaguisado con la prensa de las dos
últimas conferencias mañaneras de la semana pasada, el régimen –como se señaló
en la anterior entrega de la Rúbrica- emprendió una campaña de desprestigio
contra medios y periodistas no oficiosos en redes sociales, a través de bots y
trolls que impulsaron y convirtieron en trending topics los hashtags
#PrensaSicaria, #PrensaCorrupta y #PrensaProstituida, buscando restar
importancia y validez a los señalamientos sobre el fiasco de Culiacán y la
desinformación promovida por el propio gobierno federal.
La estrategia distractora se extendió el fin
de semana. El sábado, el presidente Andrés Manuel López Obrador publicó una serie
de tuits megalomaníacos y conspiranoicos en los que acusó a los “conservadores”
de urdir un imaginario “golpe de Estado” para derrocarlo como a Francisco I.
Madero, con quien tácitamente se comparó, en uno más de sus desenfrenados
delirios de grandeza, en los que se visualiza a sí mismo en uno de los
pedestales de la historia nacional.
La “caja china” funcionó y el debate dejó de
centrarse en el tema de Culiacán para colocar en el clima de opinión las
teorías de la conspiración presidenciales, con lo que de paso también mandó un
mensaje a los militares que abiertamente han expresado el malestar que permea
entre ellos por el maltrato recibido de parte del Comandante Supremo de las
Fuerzas Armadas, quien además de ordenarles la liberación de un criminal
capturado y la inacción contra infractores en flagrancia, exhibió
irresponsablemente el nombre de uno de los oficiales involucrados en el mencionado
operativo, sobre quien pretende además cargar la culpa de la pifia.
Cumplido el objetivo, el presidente de México
apaciguó a sus redes –que lanzaban incendiarias consignas contra los imaginarios
“golpistas” de la entelequia que llaman “PRIAN”-, afirmando el domingo que “no
hay nada que temer, vamos muy bien porque estamos cumpliéndole al pueblo y el
pueblo nos está apoyando, nos está respaldando”.
Pero el lunes volvió a la carga. Para intentar
evadir –como es costumbre- la responsabilidad de su administración y la suya
propia en la campaña de días anteriores contra los periodistas, López Obrador
llevó a su “homilía” matutina al titular de la Unidad de Información, Infraestructura Informática
y Vinculación Tecnológica de la Secretaría de Seguridad para que presentara un
supuesto estudio en el que achacó la operación de la marejada de bots en redes
contra los medios al hijo del ex presidente Felipe Calderón, al ex secretario
peñista de Educación Pública Aurelio Nuño y al diputado federal del PAN Juan
Carlos Romero Hicks.
Empero, la metodología del “estudio” fue
cuestionada por entidades académicas como el Signa_Lab del ITESO de
Guadalajara, pues se detectó que los hashtags fueron impulsados por cuentas que
tuitean loas y defensas a ultranza de López Obrador.
Y mientras la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana y en general el aparato del Estado mexicano encabezado por el Presidente de la República se divertían jugando en Twitter, este lunes en Sonora tres madres que viajaban en tres vehículos acompañadas por catorce niños, fueron víctimas de una emboscada de un grupo armado. El saldo: nueve personas asesinadas a sangre fría, acribilladas y calcinadas. Las tres mujeres y seis de sus hijos menores de edad, incluidos bebés.
La brutalidad de estos hechos paró en seco la verborrea del gobierno mexicano, cuya capacidad reactiva en momentos de crisis es nula. Hasta el martes 5 de noviembre, el presidente López Obrador salió a dar la cara, si es que a lo que dijo puede llamársele de esa manera.
“Lamento mucho tener que seguir hablando del pasado, pero sí tengo que decir que Salinas es el padre de la desigualdad. Fox prometió un cambio y se convirtió en un traidor. De Calderón, que se robó la Presidencia y declaró la guerra. Y de Peña, pues también voy a seguir hablando”, dijo el titular del Ejecutivo federal, mientras plañía que la violencia no empezó el pasado 1 de diciembre, cuando asumió el poder.
Ciertamente no. Pero a casi un año de
gobernar al país, el lopezobradorismo es un fracaso en sí mismo. Y uno
monumental en materia de seguridad. Y por si algo pudiese ser peor aún, en el
más reciente hecho de violencia las víctimas fueron ciudadanos estadounidenses,
lo que abrió la puerta a una intervención del gobierno de Donald Trump, que se
ofreció de inmediato a “exterminar” a los cárteles de la droga, mientras en el
Congreso norteamericano se motejaba la “estrategia” de “abrazos y no balazos”
del presidente mexicano como una “política de cuento de hadas” y se comenzó a
hablar de “tomar las cosas en nuestras manos”.
Es lo que pasa cuando se cree que gobernar es
bien “fácil”.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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