ALIANZAS FUNESTAS
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Fotografías: archivo |
Un día antes de la entrada en funciones de la
nueva Legislatura al Congreso de la Unión, fueron declaradas oficialmente
muertas dos alianzas políticas entre partidos.
La ruptura que resultaba obvia y se veía venir
incluso antes de las elecciones del pasado 1 de julio era la del PAN y el PRD,
junto con su coaligado de última hora, Movimiento Ciudadano.
La alianza entre el partido más tradicional de
la derecha mexicana con el que alguna vez fue emblema de la izquierda
democrática, siempre recibió agrias críticas por su incongruencia de origen,
ante la clara contraposición ideológica –al menos en el papel- entre ambas
fuerzas políticas.
Sin embargo, en términos de resultados
electorales, a ambos les había resultado muy provechosa su unión. Tan sólo en
el año 2016, gracias a su coalición ganaron gubernaturas como las de Quintana
Roo y Veracruz, algo impensable menos de tres años antes, lo que auguraba
posibilidades de ser competitiva para la sucesión presidencial de 2018.
Pero con todo y el éxito electoral, la
preeminencia del PAN en casi todas las candidaturas importantes y por ende, en
los espacios de toma de decisiones, comenzó a hacer mella entre los
perredistas, cuya ambición por obtener mucho más que las migajas que les daban
en materia de cargos hizo que voltearan la mirada hacia Morena, partido que
experimentaba un crecimiento arrollador por cuenta propia, sin necesidad de
ceder parcelas de poder, sino todo lo contrario. Comenzó entonces un éxodo de
perredistas que terminaría dejando hueco al PRD, como un inservible cascarón.
La conformación del “Frente por México” y luego
de la coalición electoral “Por México al Frente”, terminó por dinamitar el
acuerdo pan-perredista, pues sus objetivos se redujeron a impulsar las
ambiciones de los dos dirigentes de esos partidos, Ricardo Anaya y Alejandra
Barrales, para ser candidatos a la Presidencia y a la jefatura de Gobierno de
la Ciudad de México, respectivamente. La ecuación terminó de descomponerse con
la inclusión de Movimiento Ciudadano, que absolutamente nada le aportó a la
alianza, y cuyo cometido era simplemente meter al Senado de la República a su
dueño, Dante Delgado Rannauro.
El final de esa historia es conocido: un
rotundo fracaso en campaña y en las elecciones. Acción Nacional está a un tris
de sufrir la fractura más importante de su historia en la rebatinga por el
control de ese partido. El PRD quedó reducido a su más mísera expresión, manteniendo
su registro por obra y gracia de las autoridades electorales y con amplias
posibilidades de desaparecer de manera vergonzante dentro de tres años. El
único “ganón” fue, como referíamos, Movimiento Ciudadano, pues de ser
prácticamente nada, por lo menos aseguró tres años más de vida con cargo al
erario y cómodas curules en ambas cámaras.
Si la historia de esta alianza es de
tragicomedia, la del PRI con el PVEM es de horror. Luego de dos décadas como
sanguijuela, viviendo a costa del tricolor, este martes el coordinador de los
diputados federales del Partido Verde, Arturo Escobar –quien en 2015 tuvo que
dejar su cargo como subsecretario de Participación Ciudadana en la Segob, al
ser acusado de cometer delitos electorales- anunció que finalizaba su alianza
con el Revolucionario Institucional y que a partir de ahora serán
“absolutamente independientes”. Claro, no sin antes acotar que “construirán
mayorías” legislativas con el partido en el gobierno. Convenencieros y
rastreros como siempre y, por lo visto, hasta la muerte.
Las alianzas político-electorales son una
figura que en países con una cultura democrática avanzada sirven para brindar
gobernabilidad, establecer acuerdos que hagan funcionar a las instituciones y,
en consecuencia, hacer crecer esas naciones.
Pero en México sólo han servido para mantener a
una partidocracia voraz y repugnante que ningún beneficio le reporta al país, proveyendo
espacios y privilegios para una clase gobernante que brinca de un cargo a otro
mientras se pueda mantener en pie. E incluso, literalmente hasta su último
suspiro.
Y no se ve que eso vaya a cambiar un ápice.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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