LA ALTERNANCIA QUE FRACASÓ
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Fotografía: Alberto Delgado |
La
semana pasada se consumó la vergonzante asonada del régimen pan-yunista para
apoderarse del Poder Legislativo y de esta manera desaparecer -por la “razón”
de la fuerza, aunque sin la fuerza de la razón- la pluralidad política
mandatada en las urnas por los ciudadanos veracruzanos.
En
contra de su propia tradición histórica y política, el PAN avasalló a sus
adversarios comprando conciencias y voluntades, e impuso su voluntad –o mejor
dicho, la de sus nuevos dueños en Veracruz- de manera ilegítima y muy probablemente
de manera ilegal, arrogándose una mayoría legislativa que no le corresponde.
Como
pandilleros, los panistas –con la complicidad de esa caricatura llamada PRD- se
apropiaron de los órganos de dirección política y administrativa del Congreso
local, así como de las principales comisiones legislativas, sin la más mínima
ética política y trastocando el equilibrio de fuerzas resultante de la voluntad
popular expresada en las elecciones de 2016.
Asimismo,
y contra las recomendaciones de un organismo federal e incluso de la propia Organización
de las Naciones Unidas, el pan-yunismo gobernante impidió en el Congreso la
ampliación de las causales para permitir la interrupción legal del embarazo en
el estado, utilizando pretextos pueriles y sin sustento jurídico, poniéndose de
rodillas frente a la jerarquía católica más retrógrada e hipócrita, que en
Veracruz guardó un infame y cómplice silencio ante la corrupción de los dos
anteriores gobiernos, y que sacó las garras para “defender la vida” en el
vientre materno y criminalizar a las mujeres, pero que nada hizo –ni hace- para
detener o al menos condenar la oleada de violencia y muerte que asuela a los ya
nacidos en territorio veracruzano.
Soberbia,
la nueva clase gobernante de la entidad -encabezada por el gobernador Miguel
Ángel Yunes Linares y secundada por un neopanismo desfigurado y un vergonzante
perredismo (que en algún momento no muy lejano, seguramente también serán
desechados)- decidió desoír la voz de los ciudadanos y para afianzarse en el
poder, comete los mismos excesos que antes criticó. Seduce, compra, amenaza,
golpea y arrebata. Sólo le falta matar. O al menos, eso queremos pensar.
Mientras
tanto, Veracruz sigue hundiéndose en una espiral de desastre social e
institucional. La violencia es demencial. Más de mil homicidios se registraron
entre enero y agosto de 2017. Los secuestros aumentaron un 50 por ciento. No
hay región que se salve de la embestida de la delincuencia, de norte a sur, ya
sea en área urbana o rural.
Pero
las autoridades prefieren regresar al gastado y mentiroso discurso de que los
criminales se matan entre ellos y la gente de bien no tiene nada que temer.
Como si las balas distinguieran entre buenos y malos. Como si unos no
estuvieran al acecho de los otros, ante la incapacidad del gobierno para hacer
frente a sus responsabilidades y deberes básicos.
Para
el régimen que llegó al poder en Veracruz gracias a sus promesas de un cambio de
prácticas y de conducta pública, de retorno del orden y la seguridad, lo que
importa es mantenerse ahí. A como dé lugar. Sin importar que para ello deba
provocar una crisis legislativa y constitucional. Sin reparar en el inmenso
daño que se le sigue haciendo a las instituciones de este estado. Sin que le
quite el sueño pisotear la voluntad cívica de los ciudadanos expresada en la
pluralidad política.
La
alternancia en Veracruz fracasó. Y nadie puede sentirse orgulloso de eso.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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