SIMULARON GOBERNAR
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Fotografía: archivo |
“¿Usted
no meterá las manos (por Arturo Bermúdez)?”, le preguntaron este jueves al
gobernador Javier Duarte de Ochoa, tras la renuncia de su secretario de
Seguridad Pública, luego de la filtración de sus millonarias propiedades
inmobiliarias en los Estados Unidos.
“Por
supuesto que no. Soy el más interesado en que todo se esclarezca”, respondió
Duarte, quien además, se deslindó del ostensible enriquecimiento de varios de
sus colaboradores. “No tengo conocimiento del patrimonio de cada quien en lo
personal, ése no es mi trabajo ni mi responsabilidad”, sostuvo.
Solamente
que Javier Duarte hubiera sido ciego o sufriera algún tipo de retraso mental no
se habría dado cuenta de la manera grotesca como varios de los miembros de su
equipo se volvieron millonarios de la noche a la mañana, lo que ahora lo tiene
contra la pared, acorralado por los señalamientos de la brutal corrupción de su
gobierno, de los que ya no podrá librarse jamás, independientemente de cuál
termine siendo su destino legal.
Por
ello es que ahora Javier Duarte ha optado por el deslinde de quienes antes
defendió a capa y espada. Lo hizo primero con su ex tesorero y cargamaletas Vicente Benítez. Y lo repitió
ahora con Arturo Bermúdez, el único funcionario que parecía inamovible.
Lejos
quedó aquella defensa del mes de enero de 2014, cuando Duarte de Ochoa declaró
a los medios que primero se iba él de su cargo, que Arturo Bermúdez de la
dependencia que encabezó hasta este jueves. Se fue Bermúdez, en medio de
señalamientos de enriquecimiento, pero Duarte se aferra a quedarse hasta el
último día de su mandato.
La
cloaca, empero, está lejos de cerrarse. Y los duartistas implicados no dudarán
en hundir a quien sea necesario con tal de salvarse a sí mismos, como quedó de
manifiesto con las declaraciones que este mismo jueves hizo el primer contralor
del sexenio, Iván López Fernández.
Al
arribar a las instalaciones de la delegación de la Procuraduría General de la
República para rendir su declaración dentro de las indagatorias que realiza el
Ministerio Público federal por las denuncias presentadas por la Auditoría
Superior de la Federación por peculado y daño patrimonial, López Fernández
señaló que todo esto se debe a que hubo “simulación administrativa que los
mandos medios y superiores han hecho del Gobierno del Estado”.
En
el lenguaje enredado y casi ininteligible que caracteriza al ex contralor, sí
dejó en claro una cosa: “el hecho de decir ‘sí hice’ y no hiciste, porque las
pruebas dicen otra cosa, para mí es una simulación de responsabilidades”.
Lo
que dice Iván López no es poca cosa. Acepta que la administración estatal,
hasta los más altos niveles, simuló cumplir con sus responsabilidades. Tan sólo
eso acredita el delito de incumplimiento de un deber legal.
Tal
fue la historia del sexenio. Los encargados de las finanzas simularon que
administraban el patrimonio del estado; los del área de desarrollo social, que
combatían la pobreza; ni se diga del responsable de la seguridad pública, que
se dedicó a hacer negocios a los ojos de todo el mundo mientras la violencia
ensangrentaba a todo Veracruz.
Pero
Javier Duarte se equivoca. Sí era su responsabilidad y sí era su trabajo que
sus colaboradores, a quienes invitó a trabajar a su lado, cumplieran con su
encomienda y se condujeran con honestidad.
El
problema es que él, también, simuló que gobernaba a Veracruz.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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