SE SABEN IMPUNES
![]() |
Fotografía: Sergio Hernández/ AVC Noticias |
Las
nuevas revelaciones sobre las suntuosas propiedades de integrantes del grupo
duartista en el extranjero no son más que la confirmación de lo que ya es más
que sabido: desde la administración pública estatal se amasaron fortunas
increíbles, injustificables, seguramente ilícitas.
Incluso,
el propio señalado en las publicaciones de este miércoles, el secretario de
Seguridad Pública estatal, Arturo Bermúdez Zurita, no negó ser el dueño de los
cinco inmuebles del complejo residencial The Woodlands Creekside Park, en Houston,
Texas, por un valor total de más de 2.4 millones de dólares, cuya propiedad se
le adjudica a él y a su esposa en el trabajo presentado por el portal Aristegui
Noticias.
La
justificación de quien es probablemente el más cuestionado y cuestionable
funcionario de la administración duartista, publicada a través de su cuenta de
Twitter, es verdaderamente de antología, una oda al cinismo: “todos mis bienes
son producto del trabajo como funcionario, ingresos fuera del gobierno y a
través de créditos; he actuado conforme a la Ley”, escribió el jefe policiaco.
La
sola aceptación de Bermúdez sobre sus “ingresos fuera del gobierno”, debería
ser motivo de una investigación por parte de la Procuraduría General de la
República y de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público por la probable
comisión de los delitos de obtención y manejo de recursos de procedencia
ilícita, defraudación fiscal y lavado de dinero.
Pero
llama la atención la chabacanería y tranquilidad con que los funcionarios y ex
funcionarios del régimen se dicen “inocentes” de todas las acusaciones por
actos de corrupción, a pesar de todas las pruebas, visibles, públicas y en su mayoría
irrefutables, que han presentado no sólo sus adversarios políticos, sino
autoridades fuera de la jurisdicción estatal, como la Auditoría Superior de la
Federación.
Y
esto puede que sea así por una razón simple, pero avasallante y
desesperanzadora: que sepan, tengan la certeza, de que no habrá manera de
echarles el “guante” y llevarlos a la cárcel por los desvíos de recursos y el
enriquecimiento más que explicable y, sobre todo, soez, de todos ellos.
Porque
en medio de la estridencia de los señalamientos de corrupción y las denuncias
por peculado y daño patrimonial que pesan sobre una veintena de políticos del
régimen agonizante en Veracruz, está un elemento del que poco se habla y que
será fundamental a la hora de llamar a cuentas –si es que se les llama- a los
duartistas-fidelistas: los criterios del nuevo Sistema de Justicia Penal para
que un imputado por un delito sea llevado a prisión.
Tras
la reforma al artículo 19 de la Constitución General de la República que da pie
al nuevo Sistema de Justicia Penal, en el numeral se establece que “el juez
ordenará la prisión preventiva, oficiosamente, en los casos de delincuencia
organizada, homicidio doloso, violación, secuestro, trata de personas, delitos
cometidos con medios violentos como armas y explosivos, así como delitos graves
que determine la ley en contra de la seguridad de la nación, el libre
desarrollo de la personalidad y de la salud”.
En el caso de todos los demás ilícitos que no
estén en esa lista, los presuntos infractores podrán gozar de la garantía de
enfrentar las acusaciones fuera de prisión, al aplicárseles el principio de
presunción de inocencia.
Esto, que en el caso de la población común y
corriente supondría un avance para evitar los abusos que tradicionalmente se
comenten en la procuración e impartición de justicia en México, aplicado para
la pudiente e influyente clase política es como una patente de impunidad que
prácticamente la libraría de pagar penalmente por delitos que, como el peculado
y el desvío de recursos públicos, son considerados como “no graves”. Sólo
que se les lograran comprobar nexos con el crimen organizado, o la comisión de
homicidios u otras faltas de ese calibre, pisarían la cárcel para desde una
celda enfrentar sus procesos.
Así que tal parece que únicamente si hubiese
una decisión política del más alto nivel para escarmentar a los malos
gobernantes que con sus pillerías provocaron el hartazgo ciudadano que llevó a
la reciente debacle electoral priista, veríamos a los saqueadores de Veracruz
en prisión. De lo contrario, y a lo mucho, se les condenaría a resarcir el daño
patrimonial, que si bien en la entidad no son poca cosa los montos a devolver,
tampoco se repararía la catástrofe provocada ni se haría, en toda la extensión
del término, justicia.
Y por supuesto, ellos lo saben. Se saben
impunes. De ahí tanto cinismo.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
Comentarios
Publicar un comentario