LA SUERTE DE DUARTE
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Fotografía: Gobierno del Estado de Veracruz |
Decidido
a que en su caída se llevará consigo al abismo a quien más pueda, el
fide-duartismo agonizante continúa sacudiendo su dinosáurica cola.
Este
jueves, el juez quinto de Primera Instancia del Distrito Judicial de Veracruz
dictó sentencia condenatoria de un año tres meses en contra de la diputada
local electa del PAN María Josefina Gamboa Torales, a quien encontró culpable
del delito de homicidio culposo por el accidente en el que atropelló a una persona
en 2014.
Quienes
conocen la historia detrás del caso de Maryjose Gamboa saben que se cometió en
un enorme abuso de autoridad y poder en su contra debido a su posición periodística
severamente crítica hacia el gobierno de Javier Duarte de Ochoa, lo que le
valió ser encarcelada ilegalmente durante más de medio año en una prisión en
Tuxpan, en donde sufrió torturas y se violaron sus derechos elementales por
consigna directa.
Nadie
que sepa cómo funciona la política en Veracruz duda que la separación y
autonomía de poderes en el estado es una fantasía, y que esta sentencia, dada a
conocer a los medios de comunicación antes que a la interesada, es parte de la
misma guerra que libran los duartistas contra los yunistas que arribarán al
poder. En el caso de Gamboa Torales, lo que se busca es evitar a como dé lugar que
rinda protesta como diputada local el próximo 5 de noviembre, lo cual ahora
estará en manos de la justicia federal.
En
el mismo sentido van las denuncias por presunto enriquecimiento ilícito
presentadas por Javier Duarte en contra del gobernador electo Miguel Ángel
Yunes Linares. Además del ruido mediático para desviar la atención sobre sus
propias corruptelas, el mandatario saliente pretende impedirle a su sucesor
tomar el gobierno el próximo 1 de diciembre sometiéndolo a un proceso penal,
para lo cual maniobra a través de la Fiscalía General del Estado y presiona
políticamente al PRI y al Gobierno Federal para que la emprendan también contra
sus adversarios y no solamente contra los priistas acusados reiterada y
documentadamente de corrupción, identificada ésta como la principal razón de la
debacle tricolor del 5 de junio.
Incluso,
aún acarician la idea –y presionan fuertemente en ese sentido- de que la
elección de gobernador en Veracruz sea anulada, escenario que se antoja
improbable, dadas las consecuencias políticas que traería, pero que no se ha
descartado del todo.
En
medio de todo esto, Javier Duarte se aferra a los minúsculos resquicios de
poder que todavía le quedan. Responde con bravatas a los graves señalamientos
que le hace la Auditoría Superior de la Federación y pretende engañar a los
veracruzanos con una supuesta “normalidad” en sus relaciones con el partido del
que quieren expulsarlo y con el presidente Enrique Peña Nieto, con quien buscó denodadamente
tomarse una fotografía durante un evento este jueves luego de que éste lo
desairara públicamente en su última visita a Veracruz y de que se lavara las
manos sobre su suerte en la entrevista que le concedió al periodista televisivo
Joaquín López Dóriga esta semana.
Pero
ni con todas las fotografías forzadas que se tome ni con su perversa
manipulación de la ley y las instituciones podrá Javier Duarte librarse de lo
que le espera. Primero, a partir del 5 de noviembre, cuando entre en funciones
la LXIV Legislatura del Estado, que ya no estará controlada por sus esbirros. Y
más tarde, cuando deje el poder el 1 de diciembre y que, como ex gobernador, ya
no represente nada para el PRI y para Peña Nieto más que un lastre del cual
deban desembarazarse obligada y necesariamente.
Entonces
entenderá, finalmente, en lo que se convirtió en realidad.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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