CANCELAR EL “INFORME”
Llama poderosamente la atención que a dos meses y medio
de que tenga que cumplir con su obligación constitucional de presentar su
cuarto informe de labores, el gobernador de Veracruz Javier Duarte de Ochoa
haya declarado públicamente que analiza la posibilidad de suscribirse a lo que
le exige la ley, que es únicamente entregarlo por escrito ante la LXIII
Legislatura del Estado.
¿Qué significa esto? Que el titular del Ejecutivo cancelaría
el evento faraónico en el que, en algún escenario de gran aforo como el World
Trade Center o en uno espectacular como la fortaleza de San Juan de Ulúa, desde
hace algunos años los gobernadores veracruzanos dirigen un mensaje al “pueblo”
–o más bien, a la elite política, empresarial y periodística que es invitada al
show– para ensalzar sus “grandes logros” en el último año de trabajo y anunciar
los proyectos por venir.
En su conferencia de prensa de este lunes 1 de
septiembre, coincidentemente el mismo día de la entrega del segundo informe del
presidente Enrique Peña Nieto, al ser cuestionado al respecto Javier Duarte
declaró que “probablemente
lo que vayamos a hacer es cumplir evidentemente con el ordenamiento
constitucional y estar presente en el Congreso del Estado, en tiempo y forma,
el Informe de Gobierno y presentarlo a la sociedad mediante algún otro tipo de
mecanismos, que puede ser a través de ustedes que son los medios de
comunicación”.
El mandatario veracruzano recordó que exactamente un día
antes, darán inicio los Juegos Centroamericanos y del Caribe Veracruz 2014 y
que el estado estará inmerso en “cumplir” con ese compromiso.
La organización de las fastuosas ceremonias de los
“informes” de gobierno en sedes alternas al Poder Legislativo es una salida que
encontraron los mandatarios mexicanos, tanto el Presidente de la República como
los gobernadores, para evitar ser interpelados y exhibidos por los
legisladores, y al mismo tiempo para mantener viva la “tradición” de una fiesta
en la que ellos son los principales protagonistas, en donde nadie los critica y
todos los alaban y se pelean por lograr llegar al “besamanos”. Fue lo que quedó
del muy priista “día del Presidente” y sus réplicas en el ámbito de los
gobernadores.
Por eso es sintomático que ese acto tan lucidor quieran
cancelarlo este año, que prácticamente es el último –citando a todo un clásico
veracruzano– “en la plenitud del pinche poder”, ya que a partir de 2015, todo será
cuesta abajo.
Pero existen varias razones para tomar una decisión de
este tipo. La primera, bastante notoria, es que en el Gobierno del Estado no
hay dinero para casi nada –aunque digan que las participaciones federales
llegan “en tiempo y forma” y que hay millones de inversiones peleando por estar
en Veracruz–. Cancelar un costoso y nada republicano espectáculo político sería
plausible y hasta aplaudible, si tal fuera la verdadera causa.
Otra es que, en los hechos, no haya ningún logro, ninguna
gran obra nueva que presumir y, para evitarse vergüenzas, se opte por un bajo
perfil para que pase lo más desapercibida posible la ineficiencia de la
administración estatal y sobre todo, sus yerros en materia de seguridad,
procuración de justicia, empleo, finanzas y combate a la pobreza.
Una más es que, precisamente por estar en marcha para
entonces los Juegos Centroamericanos, se prefiera exponerse lo menos posible a
las críticas por la pésima organización de la justa deportiva, que desde ahora
ya es una vergüenza internacional para Veracruz.
Cualquiera que sea la razón, y a reserva de la decisión
que tome finalmente el gobernador Duarte, la verdad sea dicha, lo que la
sociedad requiere no son simulaciones sobre la rendición de cuentas de los
gobernantes de todos los niveles, sino hechos, resultados verídicos y
verificables, y sobre todo, reflejados en el bienestar de la población.
Por lo demás, pueden ahorrarse el gasto de saliva.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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