LA SOPA Y LA AGONÍA DE UNA CIUDAD
Con gran sorpresa quienes vivimos o han vivido en Xalapa,
la capital del estado de Veracruz, nos enteramos que este pasado sábado 20 de
septiembre cerró sus puertas un restaurante que en sus 26 años de existencia
logró convertirse en un verdadero icono de lo que alguna vez fue llamado la
“Atenas veracruzana”.
Sin exagerar, el restaurante La Sopa fue punto de reunión
de miles de personas a lo largo de casi tres décadas. Fue un espacio de
expresión cultural, de convivencia armónica, de gastronomía y de amistad.
Cualquier visitante de la ciudad tenía que pasar por ahí si quería decir que de
verdad conoció Xalapa.
El son jarocho, el huapango, el bolero, el teatro, las
artes plásticas y la danza encontraron en su recinto un hogar cálido y fraterno.
La accesibilidad de sus precios lo convirtió en el sitio donde estudiantes,
artistas, burócratas, profesores y reporteros acudían a degustar sus platillos
sin desgastar demasiado su economía. Amores y desamores, tratos, negocios,
obras de arte, viajes, se acordaron en este lugar que cerró sus puertas
discretamente, sin una fiesta de despedida, porque nada había que celebrar.
Y no lo hay porque la causa de su cierre en dolorosa.
Porque tiene que ver con la agonía cada vez más veloz de la ciudad de la que
muchos nos enamoramos locamente y que ya no volverá a ser lo que fue.
La Sopa deja de existir porque sus dueños, el chef
internacional Pepe Ochoa y el reconocido fotógrafo Miguel Femat se cansaron de
ser víctimas de extorsiones de los delincuentes que asuelan a la ciudad, a la
vista de todo el mundo, a cuadra y media del palacio de gobierno en el que
despacha Javier Duarte de Ochoa, a dos del edificio de la Secretaría de
Seguridad Pública donde “trabaja” Arturo Bermúdez Zurita, y a dos más de donde
tiene sus oficinas el alcalde Américo Zúñiga. En el corazón de la ciudad.
El de La Sopa es un capítulo más de la tragedia que
vivimos los veracruzanos, a quienes nos han despojado de la libertad de ser, de
trabajar, de montar un negocio, de caminar por las calles a cualquier hora sin
temor a ser asaltados o asesinados. Nos robaron nuestro derecho a vivir en
tranquilidad, en paz.
Porque lo mismo sufren esta situación los habitantes de
las colonias periféricas, donde la violencia es el pan de cada día, que los de
los fraccionamientos residenciales, donde los atracos son cada vez más
frecuentes. Ni siquiera en el centro de Xalapa se puede andar sin zozobra. La
abulia, ineptitud y por qué no decirlo, la complicidad de quienes tienen y
tuvieron el poder y la autoridad, ha sumido a Veracruz en una espiral de
decadencia de la convivencia social.
Xalapa agoniza mientras los gobernantes viven en una
burbuja, en una borrachera de poder sexenal que, si por ellos fuera, se
extendería por 30 años, como se han ocupado de hacérnoslo saber. Sus
“blindajes” a la entidad son retórica barata para intentar ocultar su rotundo
fracaso como servidores públicos. Quizás porque su intención jamás fue servir,
sino servirse de la sociedad, que muy caro paga su propia indolencia.
El cineasta veracruzano Ricardo Benet fue quien, a través
de una publicación en su cuenta de Facebook este domingo, nos puso al tanto de
la muerte de La Sopa, de esta manera. “Anoche, tras una
tarde gris de lluvia, una veintena de habituales nos reunimos en lo que sería
la última noche de La Sopa. Tras 26 años de cientos de enfrijoladas, enmoladas
y gordas cuenqueñas, la precaria situación económica aunada al secuestro
ciudadano al que nos han predestinado la inseguridad y el acoso de autoridades
(ser joven en Xalapa es sinónimo de delincuente), nos va dejando huérfanos de
pasado”.
“No hubo anuncios ni convocatoria… Como la noche, fuimos cayendo por goteo, con
discreción pero mucho afecto. El sentimiento en general era de desamparo –no
había mucho que celebrar- Xalapa se queda sin uno de sus íconos. Lugar de
encuentros y reuniones, continuación de charlas, inicio o final de la noche.
Pero también opción para decenas de jóvenes que allí encontraron un empleo
temporal. Fines de semana de arpa y huapangueros. Lugar donde nunca se le
negaba el baño o un vaso de agua al trasnochado vendedor ambulante…
“En un mundo donde la inmediatez va ganando y se desprecia la permanencia y el
afecto, el compromiso y la pasión… algunos nos seguiremos negando al olvido, a
la lobotomía…
“Gracias Pepe y Miguel por habernos dado un espacio y una noción de
pertenencia…”
El epitafio de La Sopa pareciera ser también el de
Xalapa, el de Veracruz mismo.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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