LA TRAMPA DE LOS PLURINOMINALES
La semana pasada el Partido Revolucionario Institucional
anunció que promoverá una consulta popular para reducir a la mitad el número de
diputados de representación proporcional, también llamados plurinominales, y
desaparecer a los senadores que llegan a la Cámara alta por esta vía.
Para ello, el PRI propone preguntarle a los ciudadanos
mexicanos “¿estás de acuerdo en que
se modifique la Constitución para que se eliminen 100 de las 200 diputaciones
federales plurinominales y las 32 senadurías plurinominales?”.
De inmediato, surgieron dudas acerca de
esta repentina y “democrática” intención de los priistas por preguntarle a los
ciudadanos su opinión antes de aprobar una reforma de la envergadura de una
modificación a la Constitución.
No lo hicieron, por ejemplo, con la
reforma energética, que más allá de calificarla como positiva o negativa, es
innegable que se trata de la enmienda legal más importante de los últimos 50
años por su trascendencia, alcances y consecuencias. ¿Por qué al PRI no le
pareció conveniente preguntarle a los mexicanos sobre este tema también?
Por una razón muy simple: porque no le
importa realmente lo que quiera o piense el ciudadano. La intención del PRI no
es dejar en manos de los votantes la decisión sobre una política pública o una
estructura institucional, sino desviar la atención, en primer lugar, sobre la
caída de la popularidad del presidente Enrique Peña Nieto.
Por ello el anuncio priista se hizo en
los mismos días en que el titular del Ejecutivo federal se embarcaba en su
estrategia mediática de entrevistas a modo en la televisión nacional y
artículos firmados con su nombre en periódicos extranjeros para defender la
reforma energética, principalmente. Todo parece ser parte de la misma idea.
No sólo eso. Con su propuesta de consulta, el PRI
pretende restar fuerza a las que emprenden por su cuenta el PRD sobre la
reforma energética y el PAN sobre los salarios mínimos.
El principal problema de los mecanismos de democracia
participativa directa, llámense consulta popular, plebiscito o referéndum, es
que los planteamientos sobre los que se discurre suelen ser de una obviedad
cuasi infantil. ¿Quién diría que no a reducir el número de diputados
plurinominales, cuando son precisamente los legisladores, de entre todos los
actores del sector público en México, quienes tienen la peor reputación? ¿Se
imagina a un obrero rechazando aumentar el monto del salario mínimo, como
propone el PAN? ¿Qué mexicano estaría en desacuerdo con “defender” el petróleo
como llama a hacerlo el PRD?
Pedirle a los mexicanos que voten sobre tres temas diferentes
a la vez que van a sufragar en una elección federal intermedia, que por
antonomasia son los comicios que menos interés despiertan y los que registran
el mayor abstencionismo, es inútil. Y en los partidos lo saben perfectamente.
Pero quien mejor lo puede aprovechar es el PRI. Reducir a
los plurinominales lleva un “sí” como respuesta prácticamente cantado y, por
ende, hasta le puede producir beneficios electorales.
Aunado a ello, el régimen priista busca desgastar las
consultas como una herramienta de expresión popular, al atiborrar de preguntas
a un electorado que de por sí no está ávido por participar en las decisiones
trascendentales de México, como pudo verse, precisamente, durante la discusión
de la reforma energética en el Congreso de la Unión.
Y por si alguien no se ha dado cuenta, reducir a los
plurinominales beneficia casi exclusivamente al PRI, que aspira así obtener una
sobrerrepresentación legislativa como la que tenía en su época dorada más
autoritaria.
Vamos para atrás.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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