NARCOTERROR
Fotografía: tomada de redes sociales |
El atentado con un artefacto explosivo que este
domingo mató a dos personas en un restaurante del municipio de Salamanca, en el
estado de Guanajuato, significa un paso hacia delante de los grupos criminales
en sus estrategias de violencia, pues el objetivo, más allá del asesinato de
seres humanos, es el de producir terror entre la población.
Mientras las autoridades de todos los niveles
en todas las entidades federativas están enfrascadas en sus particulares conflictos
y disputas políticas, y su interés parece centrarse exclusivamente en hacerse
de más posiciones de poder, los grupos delincuenciales silenciosamente se
apoderan de cada vez mayores franjas territoriales y hacen en éstas lo que les
place. Incluyendo asesinar a mansalva y con total impunidad.
La “estrategia” del gobierno federal,
simplificada hasta el hartazgo en la presidencial frase “abrazos, no balazos”,
en los hechos lo que ha provocado es que las bandas de la delincuencia
organizada hagan y deshagan a sus anchas en sus zonas de influencia. Además, en
abierto contubernio con diferentes fuerzas de seguridad con las que, como ha
sido evidenciado en varios videos que circulan en medios y redes y que se
reconocen como legítimos, existen acuerdos claros para que “no se metan” en
ciertos lugares.
Ni qué decir de la injerencia directa que los
grupos criminales ni se molestaron en disimular durante las pasadas elecciones
en varias entidades de la República, ya fuera promoviendo o eliminando
candidaturas, sobre lo cual también existen varias denuncias que, como ya no es
de extrañar, han sido ignoradas.
Sin embargo, utilizar el terror al perpetrar atentados
con explosivos como el de Salamanca coloca la situación de violencia e
inseguridad en otro nivel, pues ya no solo se trataría de venganzas o luchas
por el control de un territorio, sino de una escalada en la que la población
civil es la que queda totalmente expuesta a las consecuencias directas de esos
actos criminales, que lo que en realidad buscan es amedrentar a la sociedad,
atemorizarla.
Son actos de propaganda violenta que, de
acuerdo con el coordinador del Centro de Estudios sobre la Impunidad y la
Justicia de la Universidad de las Américas Puebla, Gerardo Rodríguez Sánchez de
Lara, pueden calificarse como “narcoterror”, por el “uso de medios extremos de
violencia para alcanzar fines criminales”. Lo cual diferencia del
“narcoterrorismo”, que utiliza los mismos medios, pero para alcanzar fines
políticos además de los delictivos.
Más allá de que sea cualquiera de las dos
clasificaciones la que pueda aplicarse a hechos como los del domingo en
Salamanca, es evidente que la abulia del régimen de la autoproclamada “cuarta
transformación” hacia el combate de las bandas del crimen organizado está propiciando
su fortalecimiento, al grado que hasta se envalentonen para lanzar amenazas
públicas en contra de periodistas que reportan sus atrocidades o, como en este
caso, se atrevan a utilizar explosivos en contra de civiles, hiriéndolos y
asesinándoles, ante la perplejidad de una sociedad que no atina a entender cómo
se ha llegado hasta este punto.
Lo más grave es que en medio de todo ello se
militariza la vida del país, incluidas todas las tareas de seguridad, sin que
ello parezca inhibir en lo más mínimo la violencia criminal que durante el
gobierno de Andrés Manuel López Obrador está registrando máximos históricos,
que le encaminan a convertirse en el sexenio más sangriento de la historia
moderna del país.
Más de cien mil homicidios dolosos en poco
menos de tres años así lo prueban.
Un
“tiburón” destazado
La detención del empresario orizabeño Fidel
Kuri Grajales por fraude es el colofón de una historia de desatinos, malos
manejos del erario para fines que no le corresponden, politiquería y tratos
oscuros en los que están involucrados varios actores políticos. Tanto del
pasado como del presente. Con implicaciones partidistas multicromáticas.
Porque en las “transas” con los Tiburones
Rojos del Veracruz no solamente “metió mano” Kuri.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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