MISERABLES NIVEL DIOS
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Fotografía: Gobierno de Veracruz |
Ante la evidencia de los estragos que
nuevamente provoca la pandemia de covid-19 en México en cuanto a contagios,
saturación hospitalaria y muertes –que aunque en menor volumen que en los picos
del año pasado, no dejan de representar la pérdida de vidas humanas-, es
inverosímil y francamente desesperante el nivel de negligencia de quienes
llevan las riendas del país y de la entidad con monumental irresponsabilidad.
Durante la última semana el número de
infecciones por el coronavirus SARS-CoV-2 se ha disparado sin control,
alcanzando ya los niveles de los peores momentos de la pandemia del año pasado
y desbordando ya no solamente al Sistema Público de Salud, sino también al
privado, en una escalada contagiosa producto del relajamiento total de las
restricciones y de las medidas de higiene, autocuidado y distanciamiento social
que siguió al arranque del proceso de vacunación.
Este martes, el número de contagios superó
los 17 mil, lo cual no había sucedido desde finales de enero, cuando se sufrían
los efectos de la temporada vacacional decembrina. En los días previos, el
promedio fue de más de 16 mil de manera consecutiva en un rango de 24 horas. Clara
señal de una emergencia, ante la cual la respuesta gubernamental ha sido, como
siempre desde el inicio de la pandemia, timorata, insensata. Indolente hasta la
estupidez.
Resulta imposible que el gobierno pueda
ocultar que otra vez, la pandemia lo rebasó. Y sin embargo, siguen intentando
engañar a la población. Así como en su momento desecharon el uso de la “curva”
de una pandemia que aseguraron haber “domado” en varias ocasiones, ahora
anunciaron -en voz del “mueble” que cobra como secretario de Salud- que dejarán
de usar el semáforo epidemiológico. Claro, antes de que todo el país vuelva al
rojo de nueva cuenta y sea más claro el fracaso de ésta y todas las demás
estrategias que han mal instrumentado.
Pero lo peor de todo es que con tal de seguir
escondiendo la cabeza en la tierra, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador
y su “supremo consejo de lambiscones” (Pito Pérez dixit) a lo largo del país
–con especial énfasis en los lacayos que tiene entre varios gobernadores- han
decidido poner en riesgo la salud y la vida de la niñez y la juventud con su más
que mentecata obstinación por regresar a las clases presenciales cuanto antes.
“Va a iniciar el
nuevo ciclo escolar a finales de agosto llueve, truene o relampaguee. No vamos
a mantener cerradas las
escuelas, ya fue bastante”, amenazó López Obrador el pasado fin de
semana desde Veracruz, mientras se ufanaba de que el rebrote de la llamada
“tercera ola” de contagios “no es tan grave” como los dos anteriores, a causa
de la vacunación de la población.
Pero resulta que
el primer bloque poblacional, el de los adultos mayores, aún no ha recibido en
su totalidad –como lo reconoció el propio López Obrador- su esquema completo de
vacunación. Y por supuesto, el sector al que se expondrá directamente al
contagio con la necedad de regresar a las aulas –porque clases nunca dejaron de
impartirse- es al de los estudiantes. En especial, a los más pequeños, los
niños, para los cuales ni siquiera hay vacunas.
Y aunque las hubiese, el propio presidente se
encargó de decir que “no debemos de ser consumistas, hay que comprar lo que se
necesita”, ya que las farmacéuticas “muy bien podrían, como se trata de mucho
dinero, espantarnos diciendo de que qué barbaridad, los niños sin vacuna están
en estado de indefensión y hay que vacunarlos y hay que comprarles las vacunas.
No vamos a ser rehenes de eso”.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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