TACOS DE SAPO
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Fotografía: El Universal |
El inicio de trabajos formales del nuevo
Congreso federal ha dejado en claro que en los tiempos por venir, nuestros
“ínclitos” legisladores nos atiborrarán con sendas dosis de más de lo mismo,
aderezadas con lindos encontronazos entre los representantes de lo que, según
ellos, “ya cambió” en el país.
Y es que más allá de las iniciativas
presentadas en ambas cámaras, algunas dignas de análisis y quizás hasta de
reconocimiento, los diputados federales y senadores han dado la nota por otros de
sus “atributos”, como la abyección, la sumisión, la incongruencia y la
fantochería.
En las dos sesiones que apuradamente lleva la
Cámara de Diputados, más que la iniciativa para eliminar el fuero
constitucional de todos los representantes populares o la minuta para expedir
la Ley Federal de Remuneraciones de los Servidores Públicos, lo que ha
destacado son las bravatas y el ansia de protagonismo de legisladores como
Gerardo Fernández Noroña y Porfirio Muñoz Ledo, ambos de Morena: ávido el
primero por degradar el intercambio público en aras de ganar notoriedad, como
acostumbra; obstinado el segundo por demostrar que a sus más de 80 años, en San
Lázaro “sólo sus chicharrones truenan”. Inútiles ambas actitudes para encaminar
cualquier transformación positiva del país.
Pero donde verdaderamente se volaron la barda
fue en el Senado de la República, donde nuestros experimentados “tribunos” se
faltaron el respeto a sí mismos –y a todos los mexicanos, de paso- al avalar,
vía la supuestamente desterrada “línea”, un fraude a la ley.
Hacia el mediodía de este martes, el Pleno de
la Cámara de Senadores rechazó la solicitud de licencia presentada por el
legislador del mercenario Partido Verde, Manuel Velasco Coello, al pretender
éste regresar a la gubernatura de Chiapas como sustituto de sí mismo y concluir
el periodo constitucional para el que había pedido licencia con anterioridad,
con el objetivo de asumir como senador plurinominal. El trapecismo político
elevado a su máxima expresión de cinismo.
Con la voz engolada, legisladores de Morena
–que en su mayoría votaron en esa primera instancia contra la desvergonzada
licencia solicitada por Velasco-y sus simpatizantes presumieron este acto como
una muestra de que “las cosas ya no son como antes” y que se inauguraba una
época de “nuevas prácticas en la política”. Hasta que les azotaron la terca
realidad en la cara.
Horas más tarde, y por “acuerdo” de la Junta
de Coordinación Política del Senado, la licencia del “mirrey” verde fue vuelta
a someter a votación del Pleno, en el mismo día y violando el procedimiento
legislativo, bajo el pueril argumento de que no se le podía negar “su derecho”
a Velasco. A burlarse de la ciudadanía, les faltó decir, porque si fuera un
derecho constitucional –como farfullaron sus defensores priistas y morenistas-
ni siquiera tendría que someterse a votación.
Y ¡oh sorpresa! Al parecer los legisladores,
entre ellos los de la bancada mayoritaria, “comprendieron” su “error”, porque
votaron en favor de que “El Güero” sea gobernador y senador al mismo tiempo. Al
parecer nadie les avisó que Velasco Coello es “aliado” de la “cuarta
transformación”. Tanto así, que le entregó Chiapas a Morena en la pasada
elección.
Entre las aclamaciones al “bienamado” líder,
el bajísimo nivel de discusión pública y torceduras a la legalidad que nos
remiten al filme “La ley de Herodes” –cuando Juan Vargas “reforma” la
Constitución a su conveniencia-, por lo menos por lo que toca al Poder
Legislativo federal, la “transformación” prometida es meramente cosmética,
discursiva. En los hechos, la “transa”, la negociación en lo “oscurito”, la
“línea” y la violación flagrante de la normatividad –pues para eso son mayoría-
gozan de cabal salud.
Lo que sí es cierto es que los tacos de sapo
se van a poner en boga en la dieta legislativa. Y ya hasta están aprendiendo a
no hacerles gestos.
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Imagen: Twitter de Manuel Velasco |
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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