LA DEMAGOGIA DEL DESASTRE
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Fotografía: Diario de Morelos |
En medio de la tragedia tras el sismo que este
19 de septiembre volvió a enlutar a los mexicanos, comenzó a moverse
fuertemente en las redes sociales lo que se ha convertido en una especie de
clamor popular: que el dinero que se asignará a los partidos para las campañas políticas
del año entrante se redireccione a las tareas de reconstrucción y a los damnificados.
La petición suena justa: el Instituto Nacional
Electoral aprobó un presupuesto de seis mil 778 millones de pesos para que los
partidos gasten durante el proceso electoral federal de 2018. A eso, hay que
sumar lo que recibirán en las 32 entidades del país, lo que incrementa la cifra
a 11 mil 904 millones de pesos. Un derroche descomunal e insultante en sí mismo
para un país sumido en la pobreza y la marginación. Ya no digamos tras el
desastre ocasionado por los fenómenos naturales, meteorológicos y geológicos.
El antecedente de esta petición, que se ha
vuelto viral en redes, fue el anuncio del dirigente nacional de Morena, Andrés
Manuel López Obrador, para que su partido “done” el 20 por ciento de sus
prerrogativas de campaña para los damnificados del sismo del 7 de septiembre,
que afectó fuertemente a Oaxaca y Chiapas.
Un anuncio por demás mañoso y oportunista, ya
que desde un principio López Obrador sabía perfectamente que no puede hacer eso.
La Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, así como la misma
Constitución General de la República prohíben utilizar el financiamiento
público destinado a los partidos para fines distintos a los que están establecidos,
y que son sus
actividades ordinarias permanentes, así como las campañas políticas en búsqueda
del voto popular.
Esto quiere decir que el financiamiento público
de los partidos tiene fines legales establecidos y éstos no pueden ni deben
disponer de esos recursos a su antojo. Hacerlo equivaldría a coaccionar el
voto, lo cual es un delito electoral que incluso puede provocar la anulación de
una elección. Por muy buena que fuera –o al menos, así aparentara serlo- la
intención o la causa a la que se destinase el dinero.
Sin embargo, López Obrador midió muy bien –y
alentó mejor, a través de sus operadores en redes sociales y medios de
comunicación- el descontento social por el despilfarro de dinero público en
partidos políticos y en campañas electorales, presentándose como una “víctima”
de un sistema que se niega a perder sus privilegios, de los cuales también goza
y ha aprovechado desde hace varios años.
Pero la jugada le salió tan bien y provocó tal
reacción de enojo popular luego del último sismo, que ya obligó a que el
dirigente nacional del PRI, Enrique Ochoa Reza, saliera a decir que busca junto
con el INE y la Secretaría de Hacienda y Crédito Público una salida legal para
donar dinero de los partidos a los damnificados. Esto con el mero objetivo de
quitarse de encima las críticas y el costo político, aunque también sabe que se
trata de una propuesta oportunista.
Como al INE le han cargado el peso del
descrédito público simplemente por aplicar la ley tal como la aprobaron los
propios partidos políticos, incluso ya consideran buscar esa “salida” para
aplicar una medida que sería políticamente correctísima, pero seguramente
ilegal e inconstitucional.
Lo que al parecer nadie quiere mencionar es que
ya existen mecanismos institucionales para destinar millonarias sumas de
recursos públicos a las tareas de reconstrucción y apoyo a damnificados de
desastres naturales, vía el Fondo de Nacional de Desastres Naturales y los
programas especiales de asistencia que existen en las dependencias federales.
Si los partidos de verdad buscaran ayudar a las
víctimas, lo que podrían hacer es incluir partidas especiales de apoyo en el
Presupuesto de Egresos de la Federación de 2018, mismo que están por comenzar a
discutir en el Congreso de la Unión y lo cual no sería ilegal, como sí lo es
tomar dinero de las campañas para otro fin.
Y lo que ni de chiste quieren abordar es lo que
resulta más que urgente: hay que reducir drásticamente el costo que para el
país tiene el sistema de partidos políticos, empezando por sus prerrogativas, y
para lo cual ya se presentó una iniciativa conocida como #SinVotoNoHayDinero,
impulsada por el diputado local independiente del estado de Jalisco, Pedro
Kumamoto.
Sólo que esta propuesta fue bloqueada en la
Cámara de Diputados por partidos como Morena, el cual además ha emprendido, a
través de sus corifeos, una campaña para desprestigiar a Kumamoto pues, él sí,
presentó una propuesta coherente y que no viola la ley. Pero sí afecta los
intereses y privilegios de quienes viven del dinero de la política, del que
ahora quieren disponer como si fuera suyo.
Ante lo que estamos no es más que la demagogia del desastre. Tan
miserable como repartir despensas con colores y logos partidistas en zonas de
emergencia.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras
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