ES NUESTRA CULPA, MARA
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Fotografía: Yerania Rolón/ AVC Noticias |
El
asesinato en Puebla de la joven estudiante xalapeña Mara Fernanda Castilla
Miranda cimbró la consciencia de una sociedad atrapada entre la supervivencia
cotidiana, el desencanto y los ríos de sangre de la violencia desmedida que
corren por el país.
“No
fue tu culpa” es una de las consignas que sonó fuerte durante las protestas en
las calles así como en las expresiones de repudio y dolor publicadas en las
redes sociales dirigidas a Mara Fernanda, asesinada tras abordar un transporte
supuestamente seguro luego de asistir a una fiesta en la ciudad de Cholula, conurbada
con Puebla, donde se suponía que no pasaban estas desgracias y a donde la
muchacha se fue a estudiar porque sus padres querían alejarla de la violencia
desmedida que existe en Veracruz.
En
efecto. No fue culpa de Mara Fernanda su trágico destino, contra lo que dicen
los sectores más retrógradas y machistas, que revictimizan a las mujeres que
sufren agresiones porque no se quedan en sus casas a cumplir con los roles de
abnegación y sumisión que les fueron impuestos en el pasado.
Siendo
honestos, la muerte de Mara Fernanda Castilla, como la de las 169 mujeres
asesinadas solamente en lo que va de este año en Veracruz, o las 89 a las que
les arrebataron la vida en Puebla en el mismo periodo de tiempo, y las
incontables que todos los días suceden en México, son culpa nuestra.
Como
sociedad, es nuestra culpa que sólo hasta que la muerte nos pasa de cerca o la
violencia toca a un conocido o a un ser querido, alzamos la voz para exigirle a
los gobernantes lo que deberíamos pedir en todo momento: que hagan su trabajo y
cumplan con su responsabilidad mínima, que es brindar seguridad a la población.
Es
nuestra culpa por banalizar los asesinatos de mujeres con señalamientos del
tipo “para qué se viste así”, “cómo anda sola a esas horas de la madrugada”,
“seguro que lo provocó”, “algo debe de haber hecho”, “una chica decente está en
su casa a buena hora” y otros deshonestos estigmas con los que se terminan por
justificar las agresiones más brutales.
Tenemos
la culpa de que cualquiera se sienta con derecho a atacar a una mujer cuando
como sociedad mantenemos incólume un sistema de impartición de “justicia” en el
que las víctimas tienen que demostrar que no “disfrutaron” una violación, o que
estando rodeadas por agresores, no pudieron impedir que éstos “toquetearan” y
penetraran sus genitales, y por lo cual, tarde que temprano, por obra del poder
que da el dinero o el influyentismo, los ofensores saldrán libres.
Cómo
no sentirse culpable cuando desde medios de comunicación dizque plurales y
“defensores” de la libertad de expresión, se denuesta a quien protesta por las
omisiones del gobierno para proteger a las mujeres, con tal de proteger sus
propios, mezquinos e inconfesables intereses. Y utilizan para ese fin a
sicarios de la pluma que lo mismo ofrecieron sus “servicios” como amanuenses
para los regímenes anteriores que para el que ahora dice que trajo consigo el “cambio”,
que no se ve por ningún lado.
Somos
culpables por no exigir a nuestros “representantes populares” que cumplan con
la ley para proteger los derechos de las mujeres sin anteponer sus prejuicios
religiosos, mientras a nuestro alrededor todos los días hay alerta por mujeres
vejadas, desaparecidas, asesinadas.
Nuestra
culpa es todavía mayor porque desde el seno de nuestros hogares no educamos a
nuestros hijos varones en el respeto, la equidad, la igualdad y la solidaridad
con las mujeres, y en cambio, les seguimos enseñando a usarlas como fábricas de
hijos, “lavadoras con patas” y simples objetos para saciar el apetito sexual.
Es
nuestra culpa, Mara, que te arrebataran tu futuro, tus sueños y tu vida.
Perdónanos.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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