¿QUIÉN LLAMA A CUENTAS A FIDEL HERRERA?
Fotografía: archivo |
En
medio del alud de corrupción que arrasó con Veracruz y del estruendo causado
por los chillidos de los culpables de la debacle de la entidad que ahora se
intentan quitar culpas, un personaje quiere escabullirse y evadir su enorme
responsabilidad en todo ello.
Agazapado
en la comodidad de su oficina en el Consulado de México en Barcelona, el ex
gobernador Fidel Herrera Beltrán hace como que no se entera, como que no se da
cuenta, como si le fuera ajena la penosa realidad del estado. Contrario a su
personalidad megalómana, ha optado por el silencio, el bajo perfil en medio del
escándalo que envuelve a la entidad.
Y
lo hace por una razón simple: Fidel Herrera Beltrán es tan responsable como
Javier Duarte de Ochoa del lamentable estado de la seguridad, las finanzas, de la
administración pública en general en Veracruz.
En
su sexenio comenzó el despojo a los veracruzanos. Se infiltró el crimen
organizado hasta la médula de los aparatos de seguridad. Comenzó el desfalco de
las finanzas públicas. Se amasaron las primeras insultantes fortunas. Se cooptó
a los dueños de los medios de comunicación. Se endeudó a niveles inmanejables
al estado. En suma, se consintió la depravación del ejercicio del poder. Ese
poder que para Fidel Herrera era más orgásmico que un harén como el que quiso
tener a lo largo y ancho del territorio que gobernaba como señor feudal de
horca y cuchillo.
Con
Fidel Herrera comenzó una era de inmoralidad pública, de patrimonialismo y
derroche absurdo. De un populismo sin mesura, que inyectó un veneno letal en
las venas de un estado que se dejó hipnotizar por un encantador de serpientes y
que terminó ahogado en un pozo sin fondo de corrupción absoluta.
Fue
Fidel Herrera, él y sólo él, quien por un capricho todavía inexplicable, impuso
como su sucesor en la gubernatura al peor de sus aprendices, Javier Duarte de
Ochoa. A pesar de todas las voces que alertaron sobre la falta de capacidad
política, profesional y personal de su pupilo para una encomienda de ese tamaño,
no hubo quien pudiera convencerlo. Para eso estaba en la “plenitud del pinche
poder”.
En
su desquiciante afán por perpetuarse en el poder, por establecer un “maximato”
y convertir a Veracruz en su feudo personal, en su tierra conquistada, Fidel
Herrera condenó al estado a sufrir el peor gobierno de su historia. Como los
nazis con el Tercer Reich, pretendía que la “fidelidad” durara, si no mil años,
al menos treinta. Pero no pasó de doce.
Pero hoy de nada se acongoja Fidel. Como el demonio a los pecadores, al ser
increpado por el daño causado les recuerda a los veracruzanos que ellos votaron
por el ahora prófugo de la justicia Javier Duarte. Al opinar sobre el
gobernador que impuso, con un cinismo nauseabundo, “lamenta” sus errores. Como
si él no lo hubiera alentado a cometerlos. Como si no hubiera ejercido
influencia alguna en estos últimos seis años, en los que no dejó de merodear,
de disponer, de ordenar, de hacer daño.
Como
si nada hubiera pasado, sin arrepentimientos ni culpa, Fidel Herrera se prepara
para lo que sigue. Busca apoderarse de la dirigencia estatal del PRI. Ya es
dueño de la franquicia del Verde Ecologista en Veracruz. Su proyecto ahora
lleva su sangre, se llama Javier Herrera Borunda, para volver por sus fueros y
por el poder una vez que el olvido llegue a la memoria de los veracruzanos,
algunos de los cuales todavía lo añoran.
¡Ay
de Veracruz!, si se permite olvidar estos doce años de maldición.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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