LA PESADILLA PARA VERACRUZ NO HA TERMINADO
Quienes
conocen la manera de proceder de Javier Duarte de Ochoa, saben que difícilmente
da “paso sin huarache”. Esto es, suele haber un cálculo –perverso- en sus movimientos.
Por
eso el anuncio hecho la mañana de este miércoles 12 de octubre en el noticiero
de Carlos Loret de Mola sobre su solicitud de licencia como gobernador de
Veracruz evidencia una estrategia detrás, en su búsqueda desesperada por evitar
pisar la cárcel.
No
es gratuito que haya escogido este espacio para hacer su anuncio. Televisa
llevaba meses tundiéndolo por algunas cuantas de las atrocidades de su
gobierno, lo cual tampoco era casual. Luego de la derrota del PRI en las
elecciones del pasado 5 de junio en la entidad, había “línea” para, ahora sí,
destacar lo que se calló y toleró al duartismo durante todo el sexenio.
La
imagen de corrupción absoluta y de total incompetencia para gobernar de su
administración, sumada a la violencia desmedida que priva en la entidad por la
colusión de las fuerzas de seguridad con el crimen organizado, convirtieron a
Javier Duarte en un pesado lastre para el gobierno de Enrique Peña Nieto y para
el Partido Revolucionario Institucional, por lo que se tomó la decisión de abandonarlo
y deslindarse de él antes de que el daño político-electoral –que es lo que en
realidad les importa- fuera aún mayor.
Javier
Duarte era insostenible desde hace mucho. A pesar de eso, se resistió a ser
defenestrado y buscó mantenerse al frente del gobierno estatal el mayor tiempo
que le fuera posible, con el objetivo de mantener el control administrativo,
ganar tiempo, destruir evidencia y hacer todo lo que estuviera en sus manos
para dinamitar al próximo gobierno.
Por
eso el “timing” y las formas de su solicitud de licencia para “enfrentar” las
denuncias que existen en su contra generan suspicacia. Duarte de Ochoa no se
caracteriza por aceptar sus errores ni por ser humilde. Y así se mantuvo
durante su aparición en el noticiero matutino de Televisa. Aunque visiblemente
alterado –al referirse a Miguel Ángel Yunes Linares los ojos se le desorbitaban
de ira-, el todavía gobernador de Veracruz se veía retador, dispuesto incluso a
lo que jamás estuvo dispuesto antes: a debatir públicamente con su adversario.
Demasiado tarde.
¿Negoció
algo Javier Duarte para decidirse a dar el paso de soltar las amarras del poder
antes de la conclusión de su periodo constitucional el próximo 30 de noviembre?
Muy probablemente. Conociéndolo, no pudo haber sido de otra manera. En los días por venir lo tendremos
claro. Por lo pronto, trascendió que el martes por la noche se reunió con el
secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en la Ciudad de México.
Es
por esas razones que no hay demasiados motivos para celebrar y alegrarse por su
separación del cargo. Con todo y las múltiples denuncias que existen en su
contra y de sus colaboradores, nada garantiza que se vaya a hacer justicia y se
les llame a cuentas. La impunidad sigue siendo la divisa de supervivencia del
sistema.
Sólo
que si el Gobierno Federal no procede en contra suya y de sus cómplices, si no
toma medidas urgentes para restablecer la gobernabilidad en Veracruz, tendrá la
misma responsabilidad que los fide-duartistas depredadores en este desastre. Y por
ende, que se despidan del poder en 2018.
Javier
Duarte emprende la huida dejando atrás un Veracruz destrozado, hundido en la inseguridad
y la quiebra económica. Que se largue dejando el estado hecho un tiradero no
soluciona absolutamente nada. Al contrario, agravia aún más con su monumental
cinismo, del cual todavía se dio el lujo de hacer gala al declarar, en su
mensaje de “despedida”, que gobernar a la entidad “ha sido un privilegio y el
más alto honor de mi vida”.
La
pesadilla para Veracruz no ha terminado.
Email:
aureliocontreras@gmail.com
Twitter:
@yeyocontreras
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